Ya casi nadie recuerda. Apenas si de repente nos viene a la memoria el hoy demolido gimnasio de la Federación Deportiva del Guayas en la calle Capitán Nájera, bautizado en su homenaje. La maquinaria de un enemigo del deporte cargó contra los escenarios de la calle Los Ríos para borrar del recuerdo los nombres señeros de Salazar, Ramón Unamuno y Abel Jiménez. La hermana del depredador sonreía satisfecha en una oficina climatizada de Fedeguayas en la que lucía una foto suya de tamaño gigante como una muestra del culto a su personalidad (¿?).