Su vida ha estado vinculada al mundo periodístico, desde 1980. Se ha destacado como reportero, entrevistador, editorialista y vicepresidente de noticias en varios medios de comunicación, sobre todo en la televisión. Preguntas venenosas se titula su más reciente novela, que tuvo sus inicios en el 2006, pero con el título En la cueva del tigre, sin embargo, diferentes situaciones modificaron sus planes y es hasta el 2019 cuando finalmente se hace realidad su novela.

¿Explíquenos esa transición que usted ha recorrido desde el periodismo a la novela de ficción?

Siempre sentí curiosidad por la narrativa de ficción. Ver la realidad e imaginarla cambiada; o al revés, imaginar situaciones que podrían encajar en la realidad, me rondaban desde hace mucho tiempo en la cabeza. Hasta que decidí hacerlo cuando en el 2006 me retiré de la televisión y me fui a vivir a la playa. Sin embargo, el proyecto fracasó por varias razones: primero porque en el 2007 apareció en escena Rafael Correa, luego algunos de los protagonistas de la novela murieron. (Inicialmente la novela giraba alrededor del expresidente León Febres-Cordero) y para colmo, sufrí el robo de mi computadora y ahí desapareció el 50% de lo que había escrito, especialmente la investigación. Entonces abandoné En la cueva del tigre, esperé algunos años e inicié Preguntas venenosas en el 2017.

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¿Cree que en todo periodista hay un literato en potencia?

Sin lugar a dudas. Al menos creo que todos lo desean, muchos lo intentan, algunos logran escribir su obra y unos pocos llegan a ser gigantes. Basta con nombrar a (Ernest) Hemingway, (Gabriel) García Márquez, Isabel Allende, (Arturo) Pérez Reverte o (Mario) Vargas Llosa. Todos ellos ejercieron el oficio de periodistas. Quizás tenga mucho que ver la facilidad que tenemos los periodistas para escribir y la costumbre en el uso de la palabra.

En su novela se mezcla mucho la realidad política del país de los últimos años con la ficción, ¿cómo logró armonizar estos dos elementos?

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Es lo que se me ha ocurrido llamar hiperrealismo. En las artes plásticas un artista hiperrealista observa una imagen real y la recrea casi exacta a la imagen original, sin embargo, no es la misma. La ha manipulado, ha jugado con sus colores y formas y luego la plasma con una similitud impresionante, sin que llegue a ser idéntica. Eso he intentado hacer en Preguntas venenosas. He tomado hechos de la realidad ecuatoriana, los he manipulado y los he puesto en un contexto conocido para el lector, quien tendrá, a veces, dificultad para diferenciar la ficción de la realidad.

¿Qué lo llevó a poner al expresidente Correa como el personaje eje de su novela?

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¡Es el personaje perfecto! Él llevó al Ecuador a una situación totalmente inverosímil. Durante la década de su gobierno, muchas de las cosas que sucedieron parecían sacadas de novelas de crímenes, novelas negras o de ficción. Sus actos como gobernante muchas veces no se diferenciaban de un reality show y la manipulación de las masas a través de los medios de comunicación bajo su control no distaba mucho de algún manual elaborado por (Joseph) Goebbels, (Nicolás) Machiavello o (Vladimiro) Montesinos. Así que, de acuerdo a como ha sido su vida, resultó fácil imaginar su muerte. Aclaro que en mi novela, Rafael Correa es tan solo un personaje inventado por mí.

 ¿Considera que esa imagen que ofrece del Ecuador con esa cuota de sangre, violencia y corrupción es parte de un ejercicio de desmitificación de ese país promocionado como isla de paz?

Si nos fijamos en los índices de violencia común (asesinatos, femicidios, robos, asaltos, etc.), Ecuador es un país pacífico, sin embargo, si vemos algunos acontecimientos ocurridos en los últimos 30 años de democracia y los ponemos todos juntos, nos damos cuenta de que muchos de esos crímenes se dieron por causas políticas. Unas veces para ocultar la corrupción, otras para eliminar a un potencial rival, otras para llegar al poder. Quedando la mayoría de esos delitos, en la impunidad. Cito los casos del diputado Jaime Hurtado, periodista Fausto Valdiviezo y muchos otros que están en la novela.

¿Se considera tentado a escribir otra novela?

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Sí, de hecho ya la estoy bosquejando. Es una novela histórico-política fusionada con acontecimientos sociales actuales. Se trata de un juez de origen alemán que aparece asesinado. Mientras la policía trata de descubrir al asesino se van narrando hechos ocurridos en Ecuador desde la época en que el expresidente Alberto Enríquez Gallo expulsó a los judíos y la posterior expulsión de los alemanes e italianos de nuestro país durante la Segunda Guerra Mundial. 

En una parte de la obra usted expone una especie de ecuación perversa de sexo más sangre es igual a dinero, ¿una crítica directa a cierto tipo de prensa sensacionalista que existe en el país?

Hay dos preguntas que responder. Efectivamente en una parte de la novela expreso que S+S=$ (sexo más sangre es igual a dinero). No se trata de una ecuación perversa, sinceramente creo que es una ecuación real. El sexo y la sangre son buenos vendedores de noticias y no veo absolutamente nada de malo. El sensacionalismo es un estilo periodístico que algunas élites han tratado de desprestigiar. Creo que no hay razón para satanizarlo. Las más grandes obras literarias han estado inspiradas en asesinatos. Desde Shakespeare hasta George R.R. Martin.

Preguntas venenosas trae dentro de sus páginas una crítica a la forma en que alguna vez se hizo política en nuestro país y a la forma en que alguna vez hicimos periodismo. Ambas actividades han tenido sus falencias.

Creo que leer Preguntas venenosas es entretenido porque engancha al lector desde el primer capítulo, pero es al mismo tiempo una lectura que nos hace reflexionar sobre el papel de los políticos y de los periodistas. Y nos muestra hasta donde somos capaces de llegar, como seres humanos, para conseguir el poder o para acabar con él. 

Detalles

La novela Preguntas venenosas se encuentra disponible a través de redes sociales @ricuesta (Twitter e Instagram); en Facebook en Rafael Cuesta Caputi; en WhatsApp (098 880 2160); y en Amazon, (versión digital $ 9,99). Costo: $ 24. (I)