El Festival de Artes Funka Fest más grande de la ciudad se dio cita –ya tradicionalmente– en el Palacio de Cristal. En un cartel mixto, con bandas nacionales e internacionales, hubo mucho de qué hablar.

Abriendo la tarde estuvo la banda Infinito Zen. Con un marco reducido de público –por el horario– iniciaron su set con Los planetas y mucha energía. Luego, en compañía de Daniel Solórzano, de Les Petit Batard (banda que también formó parte del evento), vino 9. Algo para remarcar es la sólida y definida identidad que tiene la banda.

Su indie rock que por momentos se volvía progresivo debió ser visto por más personas.  Todos los temas interpretados forman parte de su álbum debut Siluetas Disueltas, con excepción de Indie Rock & Roll, nueva canción que selló su excelente show.

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Sin mucho tiempo de espera, con una discreta participación siguieron los quiteños Sexores. Con ritmos ochenteros y un peculiar shoegaze intentaron abrirse paso, pero su presentación se vio opacada por un set de música electrónica que estaba realizándose a algunos metros del escenario principal. Fue una verdadera lástima, ya que la propuesta de estos artistas llamaba poderosamente mi atención.

Luego El romántico de La Perla hizo gala de su apelativo con una explosión tropical en los oídos de los asistentes. Su disco Aurora cumplía un año y eso fue motivo de gran celebración. Parte de su repertorio –acompañado por La Banda Brava– fue Caminando la vida, Yo -A- O, Compañera (que tocó solo a guitarra y voz) y cerró con su ya conocido single Corazón abandonado. Ninguno de los primeros tres artistas mereció el poco público, ni la molestosa interrupción del ya mencionado set electrónico.

Boris Vian, misterioso enmascarado proveniente de la Sierra ecuatoriana, pasó casi desapercibido con su música –casi– instrumental, que luego levantó cuando la fusionó con hip hop y rap.

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Ya asentada la noche, Les Petit Batards fue uno de los actos locales más esperados. Liderados por Daniel Solórzano, se reunieron luego de casi dos años de inactividad.  Empezaron anunciando su regreso con una canción nueva. Con su ‘baladezco’ indie rock, se hicieron acreedores a los primeros feedbacks (ruidos) de la velada. Me atrevería a decir que fue la única banda que tuvo notorios problemas con el audio. Esto también hizo obvia su dilatada ausencia en los escenarios.

Los perros, Ficción, Sol y una canción que tuvo a Pancho Feraud de  Abbacook como invitado, fueron las elegidas para este aplaudido y accidentado retorno.

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Con Ha$lo Pablito inició la cuota internacional. Trap, hip hop y géneros urbanos conformaron su presentación. Lo singular de esto fue que todo lo hizo con músicos en vivo, lo cual no es tan común para este tipo de géneros.  El solista colombiano agradeció al pueblo guayaquileño por permitirle ser parte de un increíble festival que empieza a hacerse nombre.

Asimismo, pidió disculpas por quedarse a ratos sin voz, ya que venía de hacer 2 funciones seguidas en su natal Bogotá.

Personalmente, encontré esta presentación más agradable de lo que esperaba.

Después de esto, con una breve espera en la que los fanáticos coreaban ‘olé, olé, olé, Fito, Fito’ y éxitos como Mariposa tecknicolor –asumo para apresurar el tiempo–, finalmente apareció uno de los artistas más importantes de habla hispana, Fito Páez.

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Al ritmo de El amor después del amor arribó al escenario.

La gente no dejó de cantar ni una sola de las canciones del astro de la música argentina, quien contó con una banda digna de su acompañamiento.

Se dio tiempo de incluir en el repertorio Tu vida mi vida, hit de su más reciente álbum La ciudad liberada, que acompañó a otros éxitos como 11 y 6, Ciudad de pobres corazones, Al lado del camino, Circo beat, entre otros.

En esta noche, Fito no fue de muchas palabras, pero se dio tiempo para dar gracias a nuestra ciudad en repetidas ocasiones y para lanzar un par de frases de esas que quedan resonando en todo el mundo y en la eternidad. “No olviden que la libertad está en amar”, dijo.

 “Así son los festivales, ché. Hay que ir rápido, vienen más artistas”, dijo cuando su público le pedía más, pero no podía irse sin interpretar Y dale alegría a mi corazón, que fue vitoreada incesantemente, incluso luego de la despedida de los músicos.

Mientras tanto, en el escenario alterno, la banda quiteña Lolabum tocaba en un lleno total para su entregada afición.  “Es nuestra primera presentación desde que regresamos de la gira por Colombia”, dijo Pedro Bonfim, vocalista de la agrupación que tocó Lágrimas, De fondo, Tristes trópicos, Pócima y más canciones que la afición pedía con fervor.

Para finalizar, desde Australia llegó con su synth pop Miami Horror, que estuvo acompañado de un grupo amplio de seguidores. Un marcado estilo new wave también fue notorio en algunos de los temas de su repertorio.

La gran sorpresa, y considero que el momento cumbre del show, fue cuando vimos a la cantante ecuatoriana Paola Navarrete incorporarse a la banda para cantar junto a ellos I Look To You, que se encuentra en su álbum Illumination, de 2010 y uno de los que mayor reconocimiento global les ha brindado.

 La primera noche del Funka Fest cumplió con su cuota de buena música y momentos memorables. (O)