Hace 25 años, Amores Perros debutó en el Festival de Cannes, capturó premios y credibilidad crítica, y colocó a Alejandro González Iñárritu en la escena internacional.
Hoy, este hito del cine latinoamericano protagonizado por Gael Garcia Bernal, Emilio Echevarría y Goya Toledo, regresa a la pantalla grande, y los cines ecuatorianos se suman a la celebración de su cuarto de siglo de existencia.
Su versión remasterizada ya se puede verse en salas de cine de Ecuador, junto con otros países como México, Perú, Colombia, Brasil y Uruguay.
Publicidad
La restauración fue un trabajo escrupuloso: color corregido, mejoras de sonido en formato surround 5.1, todo bajo la supervisión del propio Iñárritu y del cinefotógrafo Rodrigo Prieto.
Según el director, este proceso permite que espectadores nuevos y quienes la vivieron en su estreno puedan apreciarla con una fuerza renovada: “Creo que la gente va a vivir exactamente lo que se vivió en el año 2000”.
El reestreno llega en un momento simbólico: la película ha resistido el paso del tiempo por su intensidad narrativa, su estructura múltiple y su capacidad de hablar al dolor, la violencia y las relaciones humanas.
Publicidad
Amores Perros articula tres historias sobre amor, pérdida, inequidad social y sobrevivencia urbana, y un choque automovilístico accidental sirve como punto de convergencia.
La banda sonora, compuesta por Gustavo Santaolalla y con aportes de Control Machete, también se convirtió en una pieza emblemática de la experiencia cinematográfica.
Publicidad
Cuando se estrenó, el filme mostró un México que pocas veces había llegado al cine con tanta autenticidad: un país dividido por clases sociales, con heridas abiertas, sueños frustrados y una humanidad a flor de piel.
Para Iñárritu, cada historia representa una forma de amor enfermo o fragmentado, una exploración de los vínculos humanos cuando se enfrentan a la pérdida, la soledad y el egoísmo. “La película muestra que el amor, cuando no se entiende, cuando se deforma, puede ser tan violento como cualquier bala”, explicó.
“Hoy veo la película y siento que, lamentablemente, nada ha cambiado demasiado. Seguimos siendo los mismos animales emocionales, con miedo, amor y rabia dentro. Por eso la película sigue viva”, reconoce Iñárritu. (E)
Publicidad