El renombrado director canadiense de 81 años David Cronenberg se presentó en Cannes con su thriller psicológico The Shrouds, en el que Vincent Cassel interpreta a un hombre que crea un cementerio tecnológico tras la muerte de su esposa, Beca. Según Cronenberg, la idea de una tecnología que conecte a vivos y muertos es algo que siempre ha existido en la historia.

”La inteligencia artificial es como la fusión nuclear: una promesa y una amenaza. Me fascina todo lo tecnológico, pero la idea de que una inteligencia artificial pueda escribir, dirigir e interpretar una película, aunque sea breve, me asusta”. Así se expresó Cronenberg, quien está en competición con su película más personal, “aunque no se puede definir como realista o autobiográfica”, aclaró.

Lo primero que impacta de The Shrouds es la similitud entre él y Cronenberg. Con el mismo cabello plateado, Cassel encarna a Karsh, un exproductor de videos que invierte en un cementerio tecnológico. En una silla de dentista, Karsh, con la boca abierta pero el espíritu ausente, recuerda a su esposa fallecida, cuyo cuerpo está conservado en una de sus tumbas tecnológicas, envuelto en un sudario con cámaras que permiten a los familiares observar la descomposición del cuerpo a través de una aplicación. Para Karsh, esta tecnología es una forma de gestionar el dolor y el duelo.

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Cassel admite que la similitud con el director es perturbadora, aunque no intencional. “Nos parecemos, pero no buscaba parecerme físicamente a él. Ayer me sorprendí al ver lo mucho que me asemejo a Cronenberg en la película”, comentó el actor. Cronenberg bromeó diciendo que Cassel se presentó en Cannes con la cabeza rapada para evitar que los confundieran.

El filme combina elementos de thriller psicológico con teorías de conspiración y espionaje. Cuando el cementerio tecnológico es vandalizado, surgen sospechas de ecoterroristas, chinos o rusos. Diane Kruger interpreta a la esposa fallecida de Karsh y a su hermana Terry, con quien Karsh desarrolla una relación compleja. Guy Pearce, como el exmarido de Terry, añade una capa de intriga al entrelazado turbio de relaciones.

Cronenberg explica que la idea del filme surgió tras la muerte de su esposa, Carolyn. “Después de perder a mi esposa, no sabía si podría seguir haciendo películas. Esta historia nació de esa experiencia de pérdida, algo que todos, incluso los jóvenes, han vivido. La idea de una tecnología que conecte a vivos y muertos ha existido desde el inicio de la civilización. Las pirámides, por ejemplo, eran una forma tecnológica de recordar a los muertos”.

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El cineasta aborda sus temas recurrentes: la conexión entre sexo y muerte, la atracción por cuerpos no conformes y la tecnología. Karsh, en sus sueños, ve a su esposa mutilada por el cáncer, pero aún se siente atraído por ella. “Para los ateos como yo, la muerte de un ser querido necesita una explicación racional. De ahí surge la idea de una conspiración médica en la película”, explicó Cronenberg. Originalmente, The Shrouds iba a ser una miniserie para Netflix, pero el proyecto se transformó en un largometraje tras diferencias creativas con la plataforma.

Cronenberg, fiel a su estilo, sigue explorando los límites de la tecnología y la humanidad, demostrando que su visión continúa siendo tan provocadora como siempre.