El ladrón de perros, dirigida por el cineasta chileno Vinko Tomicic Salinas y con la participación de países como Bolivia, México, Ecuador, Francia e Italia, cuenta una historia íntima, sensible y universal sobre la esperanza, la orfandad emocional y la necesidad de afecto.
La película sigue a Martín, un adolescente lustrabotas que vive en las calles de La Paz y que, buscando una figura paterna, decide robarle el perro a uno de sus clientes más recurrentes, un sastre solitario al que empieza a imaginar como su padre.
Lo que comienza como un pequeño robo se convierte en una historia sobre vínculos no convencionales, fragilidad emocional y el deseo humano de ser querido. Pero la historia detrás del rodaje es tan impactante como la que se cuenta en la pantalla.
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Franklin Aro, el joven que interpreta a Martín, trabajaba como limpiabotas en las calles de La Paz desde los 12 años. Un día vio un cartel que anunciaba un casting para una película que buscaba actores entre 14 y 19 años y decidió presentarse, con la ilusión de salir aunque fuera por unos segundos en el filme. Contra todo pronóstico, fue elegido como el protagonista principal.
“Yo me animo a ir al casting solo con el propósito de actuar mínimamente unos tres segundos y decirles a mis amigos y familia que actué en la película, pero no me imaginaba quedar seleccionado así como actor principal y ahí fue donde todo empezó”, reveló a este Diario.
Aro, quien actualmente tiene 21 años, confesó que en su país sufrió discriminación por su oficio. Explicó también que muchos limpiabotas usan pasamontañas para no ser reconocidos, evitar el rechazo en la escuela o el juicio de sus propios familiares, y que en la película aparece usando el mismo atuendo que utilizaba cuando trabajaba en la calle.
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El papel no solo le cambió la vida, sino que le abrió las puertas al mundo del cine. Le permitió compartir escena con el consagrado actor chileno Alfredo Castro (sin saber inicialmente quién era), terminar el colegio, viajar y representar a Bolivia en festivales internacionales. Al inicio, dijo, solo pensaba en cobrar su pago por actuar, pero pronto entendió que era parte de algo más grande.
El filme, que tiene más de ocho años trabajándose, también cuenta con una destacada participación ecuatoriana, encabezada por el productor Pável Quevedo Ullauri y la casa productora Aguacero Cine. Quevedo conoció el proyecto cuando vivía en La Paz, leyó el guion y años después se integró formalmente como coproductor. Desde Ecuador también participaron Juan José Luzuriaga, Felipe Zabala, Wolframio Sinue y Johanna Ipial.
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Para Quevedo, la cinta, que fue desarrollada con el apoyo de importantes iniciativas como la Residencia Cinefondation del Festival de Cannes y el Venice Biennale College Cinema, es una muestra del poder del cine latinoamericano cuando se cuentan historias honestas y profundamente humanas.
“Fue un equipo muy profesional, con gente muy talentosa. El mismo Franklin es un actor que debutó en esta película y dio todo su talento y fuerza. Fue una experiencia enriquecedora no solo para mí, sino también porque Ecuador se posiciona como un país que produce cine. Eso nos hace pensar en lo importante que es el apoyo al cine como una imagen y una memoria del país”, explicó Quevedo.
A lo largo de su recorrido internacional ha cosechado reconocimientos en festivales de prestigio, como cuando ganó el Premio Platino a mejor película iberoamericana, el galardón al mejor guion en el Festival de Cine de La Habana, el premio especial del jurado a mejor película en el Festival de Cine de Lima o el premio actor revelación en el Festival de Cine de Guadalajara. También se presentó en el Festival de Cine de Tribeca en Nueva York, en el Munich Film Festival de Alemania, entre otros.
Esta conmovedora coproducción internacional tendrá funciones especiales en Quito en el cine OchoyMedio, ubicado en la calle Valladolid N24-353 y Vizcaya, en el barrio La Floresta. Las proyecciones serán este viernes 22 a las 17:00 y el miércoles 27 de agosto a las 19:00. (E)
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