“Si el infierno existe, yo lo viví en la cordillera”, fue lo que declaró Roy Harley sobre la experiencia que él y otros 15 sobrevivientes tuvieron luego de que el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrellara en la Cordillera de los Andes, un accidente que ha impactado nuevamente al mundo tras el estreno de la película ‘La Sociedad de la Nieve’.

Fue el 13 de octubre de 1972 cuando el avión se precipitó en el Valle de las Lágrimas, lugar en el que estuvieron por 72 días a esperas de ser rescatados, mientras estaban rodeados de nieve y temperaturas extremas.

Qué le pasa al cuerpo al ingerir carne humana como los sobrevivientes de la tragedia de los Andes, mitos y realidad

Las temperaturas que resistieron los de ‘La Sociedad de la Nieve’

Cuando ya se está a una temperatura inferior a los 25°C, el cuerpo humano comienza a mostrar signos de congelación en brazos, piernas, nariz y orejas, situación que empeora al estar a la intemperie y expuestos al viento. En cuestión de 20 minutos, la necrosis y la muerte son prácticamente una realidad, de acuerdo a Meteored.

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Se dice que, durante todo el tiempo que estuvieron en la cordillera, los sobrevivientes de ‘La Sociedad de la Nieve’ resistieron temperaturas de hasta 30°C bajo cero al refugiarse dentro de los restos del avión, abrigarse con lo que tenían a la mano y sentarse todos pegados para mantener el calor corporal.

Sin embargo, quienes han visto el largometraje dirigido por Juan Antonio Bayona continúan sorprendidos de la resiliencia de las 16 personas que vivieron a pesar de las extremas condiciones del Valle de las Lágrimas, donde incluso fueron enterrados por la nieve a causa de una avalancha.

“Creo que me estoy volviendo loco, porque estoy pensando en comerme los cuerpos de nuestros amigos”: los dramáticos testimonios de supervivientes de la tragedia de los Andes que inspiró la película “La Sociedad de la nieve”

Las heridas, el pánico y el desconsuelo de haber perdido a sus seres queridos también formó parte de esta experiencia que impactó severamente sus vidas. “Estábamos rodeados de muerte, nuestros amigos eran estatuas de hielo, la vida era acción, movimiento, rebeldía; suicida era quedarse quieto”, recordó otro de los supervivientes, Gustavo Zerbino.

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(E)

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