En 1996, los tornados se convirtieron en espectáculos cinematográficos terroríficos gracias a pioneros de efectos digitales como Steven Spielberg, y un grupo de meteorólogos brillantes se transformó en audaces héroes de acción con el estreno de la primera película Tornado, dirigida por Jan de Bont, la cual elevó el género de las cintas sobre catástrofes naturales.