La chispa de The M Project en tu hogar
Desde velas que parecen obras de arte hasta espejos con un toque contemporáneo, todo aquí invita a soñar y a crear ambientes con buen gusto. En The M Project, una plataforma de comercio online que ofrece una selecta colección de piezas para el hogar, todo está pensado para que cada usuario pueda encontrar algo que refleje su gran estilo y personalidad.
Detrás de esta iniciativa está María Emilia Jaramillo, una mujer llena de energía y pasión, quien a través de sus diseños busca incentivar conversaciones profundas. “Es interesante ver esa interacción de las audiencias con nuestros productos… Me fascina hacer cosas personalizadas… es un proyecto bastante liberador”, explica la diseñadora, quien con su emprendimiento, nacido en medio de la pandemia, demuestra que con creatividad y dedicación se puede transformar la decoración en una experiencia alegre y llena de significado.
La visión de la propietaria de The M Project se ve reflejada en cada producto que ha sido cuidadosa y delicadamente creado para brillar con luz propia, ofreciendo una experiencia de compra diferente, más cercana e inspiradora; dejando así en claro que el compromiso con la originalidad es uno de los puntos clave en la propuesta de este emprendimiento.
La planificadora urbana, que dedica su tiempo a las consultorías en diseño de ciudades, se asegura de que cada objeto que crea, junto con su equipo de trabajo, sea único y diferente, evitando la duplicación para que sus clientes tengan una experiencia especial. María Emilia, quien distribuye sus productos dentro y fuera del Ecuador, es un claro ejemplo de cómo el esfuerzo y la pasión pueden convertir un sueño en realidad, y cómo la decoración puede ser mucho más que un simple acabado, sino una forma de expresar quién eres. Entre sus planes está seguir creciendo y aprovechando cada espacio que le permita catapultar sus creaciones y llegar a nuevos públicos.
Kikú, moda atemporal para la mujer actual
En un mundo que vive con prisas, en el que las horas del día parecen no alcanzar y en donde las mujeres tienen que cumplir con múltiples tareas y compromisos, se presenta Kikú, una marca de ropa que combina estilo y funcionalidad en cada una de sus creaciones. El corazón y la mente que están detrás de este emprendimiento son de Verónica Álvarez, una diseñadora ecuatoriana que encontró en la moda una manera de contar historias a través de sus prendas.
“Kikú nace de mi pasión por la moda. Yo estudié administración de empresas, pero después me especialicé como Brand management en Milán, en el Instituto Marangoni; ahí tuve la suerte de trabajar con muchas marcas internacionales, como Armani y Dolce & Gabbana”, explica la diseñadora, quien durante los ocho años que pasó en la capital italiana, sumergida en el mundo de la moda y el diseño, siempre se vio interesada en crear una marca propia.
Pero fue en 2013 cuando llegó a Colombia (país en el que formó su familia) que tomó la decisión de iniciar su línea de diseñador, una marca que respondiera exclusivamente a las necesidades reales de las mujeres que, como ella, llevan una agenda cargada de actividades y estilos. En sus inicios, el emprendimiento de Verónica no se llamaba Kikú, pero tenía la esencia de lo que hoy es: una marca versátil, clásica, atemporal, que quiere vestir a la mujer para trabajar todos los días y que de igual manera estas prendas puedan adaptarse a diferentes escenarios.
Con los años, Kikú ha tenido transformaciones. Esa primera tienda física que Verónica abrió en Bogotá la cerró para dedicarle más tiempo a su familia; pero en 2020, cuando volvió al Ecuador, surgió en ella nuevamente esa necesidad de crear, de darle rienda suelta a su creatividad, esta vez a través de su nueva marca, Kikú, con ventas online.
La moda alegre de Corazón de Melón
Una corazonada y una gran pasión por la moda son los motores para que Isabel Noboa y Carla Guerra se decidieran a crear Corazón de Melón, una línea de ropa que cada día tiene más adeptos en la capital ecuatoriana. Este emprendimiento les pertenece a dos abogadas de profesión, quienes a través de las prendas que comercializan buscan transmitir emociones y reflejar la esencia y personalidad de quienes las llevan puestas.
Isabel explica que este emprendimiento, que comenzó como un hobby para buscar outfits diferentes, propone prendas que no solo sean bonitas, sino que también tengan un significado profundo para quienes las usen. Corazón de Melón se caracteriza por su estilo fresco y lleno de color, inspirado en la alegría y la calidez de las mujeres.
Entre Isabel y Carla se encargan de seleccionar cuidadosamente cada prenda que llega a las manos de sus clientas. Esta marca importa sus piezas desde Miami, Estados Unidos, apostando no solo por los diseños, sino también por la sostenibilidad y el uso de materiales de calidad, promoviendo una moda responsable que reduce su impacto ambiental.
Este emprendimiento, que combina la pasión por la moda con el deseo de conectar emocionalmente con su comunidad, ha logrado consolidarse en el mercado capitalino, además de que explora nuevas oportunidades de distribución a nivel nacional. Para las abogadas de la moda, su mayor éxito es ver cómo sus prendas se convierten en un medio para que las mujeres expresen quiénes son y cómo se sienten.
Corazón de Melón, que está ansiosa por lograr un espacio físico propio, demuestra que, con creatividad y perseverancia, es posible convertir un sueño en un medio de vida, inspirando a otros a seguir sus propias pasiones y a vestir su personalidad con orgullo.
Keyla comparte la filosofía coreana
Con un compromiso genuino con el bienestar de las personas, Mariela Rivadeneira y Kimberly Jiménez transformaron su afición por el skincare coreano en una iniciativa que mueve el comercio y contribuye al mejoramiento físico y emocional de quienes confían en sus productos.
A través de Kyela Korean Skincare estas emprendedoras buscan transmitir los beneficios de una rutina de cuidado facial bien diseñada y basada en productos de calidad.
Kyela Korean Skincare inició sus actividades en 2021, ofreciendo productos importados desde Corea del Sur, los que fueron cuidadosamente seleccionados y testeados por ambas emprendedoras, cuya pasión nació de su curiosidad por la ciencia que hay detrás del skincare asiático.
El catálogo de la marca incluye cremas, sérums y tónicos. La meta de estas emprendedoras capitalinas es democratizar el acceso a la belleza y el bienestar, promoviendo una rutina de skincare que fomente el amor propio.
Las creadoras de Kyela Korean Skincare hablan con entusiasmo de constituir su propio punto de ventas físico, y ven el hecho de estar en el Concept Store como un gran paso a ese sueño. En el futuro quieren ampliar su catálogo, con la intención de ofrecer a sus clientes una gama de productos que puedan adaptarse a diferentes tipos de piel y necesidades.
Nura y su relación con las energía
Dos arquitectas que desde la universidad hallaron en el arte y el diseño su verdadera pasión ahora fusionan su amistad y habilidades para crear piezas únicas que reflejan su fascinación por las energías y el misticismo de los cuarzos naturales. Con Naomi Janowitzer y Paz Arteaga nace Nura, un emprendimiento de joyas que combina procesos ancestrales con una visión moderna.
Nura apuesta por lo artesanal, por la belleza de lo hecho a mano y por la energía que cada piedra preciosa transmite. Estos diseños ecuatorianos desprenden frescura y sofisticación, “cada pieza es una invitación a brillar desde adentro hacia afuera”, reflexionan las emprendedoras de 25 y 27 años de edad.
La historia de Nura, que en idioma árabe significa luz, comienza en plena cuarentena del coronavirus, una época en la que estas jóvenes decidieron explorar nuevas formas para expresarse y reinventarse. En medio de la incertidumbre, Naomi y Paz comenzaron a bocetear sus ideas, sumergiéndose de a poco en el mundo del alambrismo, la orfebrería y las piedras preciosas, y alejándose cada vez más de las construcciones tradicionales.
Cada joya que estas jóvenes producen es una obra de arte, con un diseño único para que cada persona que la lleve puesta se sienta especial y llena de vida, señalan las arquitectas.