Durante tres Copas del Mundo consecutivas (Italia 1990, EE. UU. 1994 y Francia 1998), la selección rumana cantó himno tras himno con los mejores del mundo. Algunos medios incluso se referían a la selección como La Generación Dorada. Por esta racha y con el tiempo se sumó una razón más.

Esa era del fútbol rumano estuvo dirigida por el capitán Gheorghe Hagi, uno de los 15 jugadores en la historia que jugaron tanto para el Barcelona como para el Real Madrid. Sus compatriotas le decían el ‘Maradona de los Cárpatos’ (los Cárpatos son sistema montañoso de Europa Central).

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Aparte de Hagi, el equipo de Rumania de la década de 1990 también incluía una legión de nombres sagrados para la nación en la Península balcánica. Eso es porque ningún equipo desde entonces se ha acercado a hacer tan felices a los rumanos como ellos. Rumanía no ha vuelto a viajar a una Copa del Mundo desde 1998.

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Aquel equipo de Francia ‘98 llegó a los octavos de final antes de ser eliminado por el equipo croata. Pero ese no fue el momento más icónico de ese torneo, sino el que ocurrió cinco días antes. Después de triunfar sobre Colombia e Inglaterra, y a falta de un partido de la fase de grupos, sintiéndose confiados, todo el equipo se decoloró el pelo de un rubio casi platino.

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Todo se produjo después de que el equipo intentara convencer a su entrenador, Anghel Iordanescu, de raparse la cabeza si ganaban. Por su parte, el equipo se ofreció a teñirse el pelo.

“En una reunión de estrategia dos días antes de nuestro primer partido contra Colombia, le preguntamos al señor Iordanescu si estaría dispuesto a afeitarse la cabeza si nos clasificábamos después de dos partidos”, contó el ex internacional Andrian Ilie varios años después. “Y cuando estuvo de acuerdo, decidimos que si realmente lo hacía, también teñiríamos el nuestro. Pero primero teníamos que vencer a Colombia e Inglaterra”.

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En efecto, le ganaron a Colombia y luego a la selección de los Tres Leones. “Después de vencer a Inglaterra, hicimos que el técnico se cortara el pelo”, añade IIie. “Entonces fue nuestro turno de cumplir nuestra promesa. Al principio, algunos jugadores dijeron que no lo harían, pero finalmente todos estuvimos de acuerdo en que lo haríamos como equipo”.

Los peluqueros locales hicieron el trabajo y fue tan bien que no fueron reconocidos al regresar al hotel ni por los comentaristas en su próximo partido. Los rumanos perdieron ante Croacia.

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Por supuesto, la intención de hacerse algo en el cabello estaba destinada a inspirar un sentido de espíritu de equipo, pero si le preguntan al entonces entrenador del equipo nacional, más bien se despertó un tipo de espíritu completamente diferente. “Hemos enfadado a Dios”, dijo Iordănescu a la prensa antes de ser eliminado por Croacia.

La operación fue tan secreta que los jugadores ni siquiera se lo dijeron a sus familias. “Lo hicimos después de nuestra última sesión de entrenamiento. Nadie nos vio”, dice Ilie. “La gente del hotel pensó que éramos un equipo diferente cuando volvimos. Nuestras familias estaban completamente conmocionadas”. (E)