Después de la publicación, el pasado 31 de mayo, de un video en el que la periodista cubana Alondra Santiago intercaló el coro y estrofas del himno nacional del Ecuador con versos de su propia autoría, criticando al presidente Daniel Noboa, han venido las protestas y los pedidos de sanciones.

La columnista y activista Nelsa Curbelo ha sugerido que Santiago debe a los ecuatorianos disculpas públicas.

El himno y nosotros, por Nelsa Curbelo

El músico Gustavo Pacheco considera que es una infracción “a los derechos morales y patrimoniales del autor”, que en el caso del himno, según dice, están en manos del Estado.

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Santiago, en su cuenta en X, escribió: “No cambié la letra del himno. Utilicé una licencia musical donde, tocando las mismas notas y cantando la misma letra, hice desde cero una canción muy aparte”.

Pacheco sostiene que sí hubo alteración y que la periodista “debe presentar la autorización o licencia musical que dicen tener”, entre otros requisitos.

Este Diario consultó a otros profesionales que, desde el punto de vista histórico y musical, presentan el himno nacional como un patrimonio intangible, que tuvo un proceso de cambio hasta adquirir la forma como lo conocemos, y que hay que tener cuidado al interpretarlo y utilizarlo, especialmente si se utilizan plataformas públicas como las redes sociales u otros medios de comunicación.

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Hay que pensar muchísimo antes de intervenir los símbolos patrios: Gabriel Fandiño, historiador y músico

Desde su doble perspectiva, Gabriel Fandiño recuerda que el himno fue declarado patrimonio intangible en el año 1948. “No solo es un símbolo oficial, sino también un elemento vital de la identidad cultural (...), un reflejo de la historia, de los valores y de la esencia de la nación ecuatoriana. La letra y la música encapsulan el momento histórico y aspectos culturales muy significativos”, explica.

Gabriel Fandiño, artista gráfico, escritor e historiador.

Además, la ley de esta manera conserva y protege esta pieza en su forma original y evita cualquier modificación que pueda alterar su significado y su valor cultural. “¿Qué dice la Constitución o las leyes? Esto sí es difuso, hay una intención de preservación, pero en cuanto a las sanciones no existe una legislación clara”.

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Esta falta de claridad parecería indicar que hay algo de margen para tocar los símbolos patrios. “No solo ha sucedido con el himno, sino también con el escudo, que ha sido modificado algunas veces en los colores o en los elementos (reemplazando el cóndor por el cuy); el colectivo LGBTI lo ha hecho para que refleje a su movimiento”, recuerda el músico y docente, autor de 1842 GYE Ciudad Muerta (2015), Coronel José Antonio Pontón (2021) y Personajes y episodios extraordinarios (2022).

Estas acciones no han tenido sanciones, porque la legislación no las establece. Pero sí existe el reglamento interno de las instituciones, públicas y privadas; cuando un grupo de jugadores de la selección ecuatoriana de fútbol apareció bailando con el himno nacional en marzo de este año, durante una fiesta, la federación de ese deporte anunció medidas disciplinarias.

Figura de cera del escritor Juan León Mera, en la casa museo que lleva su nombre, en Ambato, 2013. Foto: Archivo

¿Qué sucede en otros países? “Cuba tiene una legislación enfocada a los símbolos patrios y es muy explícita, no se puede modificar ninguna letra de La Bayamesa (el himno nacional cubano). El artículo 269 del capítulo 3 del Código Penal de Cuba se refiere al ultraje a la bandera, el escudo y el himno, que (de hacerlo) incurre en sanción de privación de libertad de dos a cinco años o multa de 500 a 1.000 cuotas o ambas)”. Cantarlo en son de protesta también puede ser penado. Los disidentes no pueden usarlo para representarse, lo que ha sido evidente en el caso de los deportistas, como le pasó al boxeador Robeisy Ramírez en 2023. Allí no existe siquiera el recurso de la creatividad o la licencia artística.

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Fandiño opina que los personajes públicos tienen más responsabilidad en la manera en que usan la bandera, el himno o el escudo. “Son ejemplo para miles o millones de personas, marcan tendencias”. En el caso específico de la comunicadora Alondra Santiago es todavía más delicado por el tema de la nacionalidad. “Entonces, sí hay que pensar muchísimo antes de intervenir los símbolos patrios. Lo recalco: nuestra legislación en ese sentido es muy difusa, yo no creo que amerite una deportación ni nada de eso, pero los personajes cuya opinión pesa deberían tener más cuidado”.

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Las obras patrimoniales deben ser respetadas: Parsival Castro Pita, historiador y educador

“Al ser el himno nacional un patrimonio intangible, debe ser respetado en su integridad. No creo que deba ser modificado ni distorsionado en la letra ni en la música”, dice el historiador y educador guayaquileño Parsival Castro Pita. “Ahora, puede ser que algunas personas no estén de acuerdo con el ritmo y puede incluso que no estén de acuerdo con la letra, tienen todo el derecho. Les quedaría hacer sus propias creaciones”.

El arquitecto Parsival Castro Pita, estudioso del patrimonio de Guayaquil.

Desconfigurar el mensaje de un elemento como el himno nacional no solo es una cuestión estética, sino ética. “La música es un lenguaje tan válido como el de las palabras; tiene sus leyes y expresa sus ideas, y deben ser respetadas porque son la cultura de un pueblo. La cultura no es leer libros, es la comprensión profunda de lo real y verdadero (...) en este caso, de un patrimonio”. Los únicos que hubiesen podido alterar el himno serían el compositor o el letrista original, añade.

“Mi criterio es de historiador”, enfatiza Castro, sin ahondar en el incidente ocurrido en las redes sociales. “Las obras patrimoniales deben ser respetadas; estar en desacuerdo con ellas es parte de la libertad de expresión (...) pero tengo que expresar (el descontento) de otra manera, con una creación propia. Ahí sí hay libertad”.

El autor de Imágenes guayaquileñas (2016) y Diego Noboa y Arteta. Un prócer de la independencia (2015), dice que uno de los principios de la restauración es mantener la fidelidad a la historia, “en la arquitectura, en la música, en todo”.

Más de 40 años interpretando el himno: Ecuador Pillajo, violinista y concertino

Para el violinista y director de orquesta Ecuador Pillajo, la relación con el himno nacional empieza, para la mayoría, desde la niñez, durante la escolaridad, y es una experiencia con la que crecemos, es un respeto que se construye con el tiempo.

“Sobre todo cuando se es un músico clásico, pues no solamente aprende la letra, sino también las notas”, dice y rememora que en alguna ocasión tocó ¡Salve, oh patria! con cuatro orquestas sinfónicas reunidas: la de Quito, la de Guayaquil, la de Cuenca y la de Loja. “Nos sentamos un 24 de mayo en la capital y tocamos. No creo que a ninguno de los músicos, que habrán sido más de 200, se nos habría ocurrido cambiar algo”.

Ecuador Pillajo ha dirigido el ensamble de violines de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil.

Además, comparte que grabó la creación de Antonio Neumane y Juan León Mera con la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección del ambateño Álvaro Manzano (1955-2022), y con el mismo propósito estuvo en estudios de Guayaquil. “En toda mi vida, más de 40 años trabajando, tocando en vivo y en estudios de grabación, pensé hacer ni siquiera una broma (sobre el himno)”, asegura el maestro Pillajo, ya jubilado.

Recomienda escuchar la grabación conducida por Manzano, quien adaptó el tono (de fa mayor a mi mayor) para que, al cantarlo, el público pueda llegar a las notas más altas. La declaración de himno oficial e intangible de 1948, hecha por el Congreso fue confirmada en 2001 por la misma entidad, enfatizando la oficialidad e intangibilidad de la letra y la música.

Él considera que tomar la composición con otros fines es “una total falta de educación”, afirma, y se pregunta si Santiago conoce y ha cantado el himno de su país de origen, y si le confiere valor. Para él, cambiar el ritmo o incluso hacer una mala ejecución musical sería un irrespeto.

Los artistas tenemos la obligación de levantar nuestra voz: Ana Passeri, artista y coach vocal

La cantante Ana Passeri opina diferente, y dice que es natural de los artistas expresar sus puntos de vista ante diferentes situaciones sociales. “Los artistas tenemos, por sobre todas las personas, la obligación de levantar nuestras voces, estemos de acuerdo o estemos en desacuerdo”, afirma.

Ana Passeri es directora ejecutiva de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil.

“Al nombrarnos artistas, nos damos esta venia para utilizar en nuestro arte diferentes recursos. Esta vez ella utilizó el himno nacional, como pudo haber utilizado cualquier otra canción, a la final es una artista haciendo su trabajo, que es levantar su voz”, añade.

“Yo no la juzgaría, no diría que es una falta de respeto, simplemente pienso que es una artista, una comunicadora, con libertad y con valentía que ha decidido alzar su voz, desde su manera de pensar. Espero que su voz nunca se apague”, concluye. (F)