Si no conoce todavía la productora ecuatoriana In Crescendo Producciones, debería revisar seriamente lo que está haciendo. Esta empresa de producción de espectáculos, con sede en Quito, quiere fortalecer la industria del teatro musical en el país. Con su reciente montaje Mamma Mia!, en Guayaquil, demuestra su determinación para cumplir ese propósito. Todo al son de los hits de ABBA, la inspiración de este legendario musical.
‘Mamma Mia’ a la ecuatoriana: el famoso musical con canciones de Abba regresa al Sánchez Aguilar
Para quien nunca ha tenido oportunidad de disfrutar Mamma Mía! en Broadway, o en otros de sus escenarios internacionales, puede estar confiado de que la experiencia ecuatoriana se siente como en cualquiera de esas locaciones.
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O si quiere puede compararlo con la adaptación cinematográfica de 2008 (protagonizada por Meryl Streep y Amanda Seyfried), donde la actuación salva algunos segundos desafinados, gracias a su nómina de estrellas triple A (algunos de los cuales cantaron por primera vez). No tiene nada que envidiarle en ninguno de los dos casos.
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Indiferente de su domicilio, In Crescendo Producciones abre sus castings a nivel nacional. Al menos eso se aprecia en su elenco, con figuras de diferentes procedencias, a pesar de que todos se expresan con acento neutro (característica de los actores bien entrenados).
De la costa están la pasajeña Magda Salinas y los guayaquileños Noralma Reeves, Gabriel Andrade, Fabo Doja y Áxel Zöller (quien se estrenó como cantante en el 2021 al lado de su hermano gemelo).
De Quito están el inconfundible Alex Cisneros, Pacho Arias y el secreto mejor guardado de la capital ecuatoriana para el teatro musical: las cantantes Alexandra Cabanilla y Rosario Pallares, las protagonistas Donna y Sophie, respectivamente.
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En una entrevista con La Revista, suplemento dominical de EL UNIVERSO, Cabanilla revela que se sentía un poco insegura con el papel de Donna, cuando le recayó el papel apenas entrada en sus 30 (hoy tiene 36 años). Se trata de una madre soltera, que tuvo una juventud alocada, y que en el presente se prepara para celebrar la boda de su hija veinteañera, Sophie.
Justamente ese dilema entre sentirse demasiado joven para la maternidad y de todas maneras tener que ejercerla con un amor atropellado, efusivo, desmedido, hace que Cabanilla cumpla con la idea de una Donna que le tocó ser madre joven, por lo que es improvisada, un poco neurótica y siente que aún no ha terminado de crecer.
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Por su lado, Sophie en secreto ha invitado a tres viejos amores de su progenitora, con la intención de descubrir cuál de los tres es su padre (los roles de Cisneros, Doja y Arias). Hay inocencia y dulzura combinada con la madurez de encontrar su identidad, un equilibrio que Pallares entrega con su interpretación.
Ambas cantan, bailan y emocionan hasta las lágrimas, que es otra forma de expresar los aplausos. Valdría la pena seguirlas en sus proyectos independientes. Alexandra Cabanilla es Caba, su nombre artístico, con su proyecto con tintes de jazz. Rosario Pallares, alumni del prestigioso Berklee College of Music, es vocalista de una banda de covers (Banda del Flashback), en la cual su voz melódica se presta para el rock y otros géneros.
Es el quinto montaje de este Mamma Mía! ecuatoriano desde su estreno en el 2022 y el segundo en Guayaquil. Y es la ‘joya de la corona’ para la compañía quiteña In Crescendo Producciones, quienes se han probado con otros renombrados títulos del repertorio de teatro musical, como Cabaret, Grease, Chicago. Tienen en manos el desarrollo de Amadeus (de Peter Shaffer) y un tributo al rey del pop, titulado Michael Jackson Sinfónico. Desde ya, quien escribe tiene soberanas expectativas por ambas presentaciones.
Por lo pronto puedo decir que su puesta en escena de Mamma Mía! es magnífica. Como fan de ABBA (herencia materna), como fanática de la película de 2008, como aficionada a los musicales pintorescos. La iluminación, la escenografía, el libreto y en especial la música (la magna diva de esta pieza) están orquestados durante dos horas con admirable fidelidad. Y con respeto, también.
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Se respira la valentía, el atrevimiento y sobre todo la diligencia de los 20 artistas en la tarima, más los músicos de la banda que tocan en vivo, al reinterpretar las melodías del famoso cuarteto sueco, uno de los pioneros en mezclar sintetizadores en la música pop. Lo mismo al montar este espectáculo con 26 años de vida y uno de los más vistos en todo el mundo.
La vara estaba muy alta y lo sabían. Tienen la licencia de la obra original, recuerda la productora Daniela Cabezas y el director Carlos González asienta. Eso se reflejó en la responsabilidad de ensayar entre 3 y 4 meses, recalca Cabanilla. Con la voz, con los pies, con el corazón. Se nota. (E)