Su vulnerabilidad en la pantalla lo volvió uno de los personajes más queridos de la cuarta temporada de MasterChef Ecuador; Andrés Bastidas, alias el Ajicero, no solo hizo llorar a Erika Vélez cuando culminó su travesía en el show de cocina, pero llevó en ese melancólico trayecto a un montón de ecuatorianos enamorados de su carisma y gracia.

Las emotivas palabras, hasta las lágrimas, que Erika Vélez dedicó a Andrés en su salida de MasterChef Ecuador

Llorar es bueno, admite el cocinero aficionado; ser reconocido por ser sentimental es algo que no le molesta en lo absoluto, más bien le ha regalado lindos momentos con sus fanáticos, los varios que ha recopilado después de su aparición en el programa de Teleamazonas.

Ser parte del elenco le dejó aprendizajes actuales que no solo le sirven para reforzar sus habilidades culinarias, pero para crecer como persona. De esto destaca un momento en las cocinas; se trata del reto que le impuso cocinar con la emoción “nostalgia”, la cual definitivamente se adueñó de él.

Publicidad

“Me acordé de una vez en que tenía mucha hambre, agarré un pedazo de carne (era para toda la familia) y comencé a cocinarla con cebollas. La estaba friendo y de pronto vi por la ventana que venía mi primo, y no quería darle de comer, así que salí corriendo, lo vi y comencé a gritar como loco para que no escuche que se freía la carne”, relata entre risas.

Son momentos como este, de su humilde infancia, que lo llevaron al borde de las lágrimas en televisión nacional porque dice que en su casa: “si no cocinabas, no comías”. Andrés arrastra años de conocimiento en la cocina, los cuales aplica en el seno de su hogar junto a su esposa ‘la leona’ y su hija ‘la bebé’.

Su pareja lleva a su lado varios años; hace 15 decidieron casarse y desde entonces ella es su gran apoyo. Sin sus largas conversaciones, Andrés no hubiera podido sobrevivir los exhaustos días de grabación en el set de cocina ubicado en Bogotá, Colombia. Admite que al llegar a la casa grupal, salía al patio a conversar con su familia y se quedaba hasta dos horas por día pegado al teléfono.

Publicidad

El reto no solo estaba dentro de las cocinas; ansiedad y depresión son dos desafíos que enfrenta a diario, los que le hacen refugiarse en las dos mujeres de su vida. “Fui con esta onda de querer darle un buen ejemplo a mi hija. Traté de mantenerme lo más puro posible y creo que lo logré”.

Ser vocero de esta comunidad es algo que le llama mucho la atención; gracias a que se mostró tal y como es en el programa ahora muchas personas comparten con él su progreso y la manera en la que llevan esta condición que “muchísimas personas sufrimos y ni siquiera nos damos cuenta”.

Publicidad

“Probablemente le ves triste a tu compañero o a tu amigo y no sabes lo que está pasando cuando realmente es una condición de la que necesita ayuda. El estar deprimido y ansioso no te deja hacer tu vida. Yo no puedo cocinar triste ni bravo, tampoco puedo tatuar enojado, yo tengo que estar bien para dar mi 100 %”, declara.

El cocinero, que se desempeña como tatuador, manifiesta que mucha gente se lleva la impresión incorrecta de quienes ejercen este arte: “la gente piensa de los tatuadores como fuertes e invencibles diciendo ‘vamos a matar gente y toda la onda’ y cuando le ves a uno ves a alguien llorando por la comida, por la familia o por el esfuerzo”.

Agrega que la sociedad está muy “malcriada” a que “debemos ser fuertes, pero en realidad debemos ser más humanos”. Su fuerza la demuestra en aquellas áreas de su vida donde manda la creatividad: pinta, cocina, tatúa y fotografía.

Crear recetas es algo que siempre le ha gustado y lo mantendrá puertas adentro, aunque en algún momento le gustaría retomar esa pasión y convertirla en un restaurante fusión llamado: Cocina de corazón, donde la protagonista sea su salsa ‘don diablo’.

Publicidad

“Soy picante no solo en la comida sino en los tatuajes”, expresa. A eso se debe su sobrenombre de Ajicero, el cual llevaba incluso antes de participar en MasterChef. “El ají es un alimento que te hace daño. En qué cabeza cabe que vas a meterte algo que te quema la boca y encima vas a querer más. Lo mismo pasa con los tatuajes: te lastiman y te duelen, pero pasan 5 minutos y ya estás pensando en el otro”, explica.

Andrés se especializa en un tipo de tatuaje que se asemeja a un bordado. Sus diseños son diferentes y juegan con la ilusión óptica. Henry Alvarado, su amigo y ganador de la cuarta temporada, lleva una de sus creaciones en el brazo.

‘MasterChef Ecuador’: Andrés Bastidas le tatuó a Henry Alvarado el logo del programa y Sol Vargas recibió un regalo especial de parte de los jueces

En el programa, Andrés se mantuvo abierto a todos y tuvo disposición a formar amistades sin importar los bandos pronunciados en el show: los fiu fiu y los de barrio. Demostró que sí es posible relacionarse con todos sin prejuicios ni rencores. Se convirtió pronto en el “amigo de todos”, algo que recuerda con mucho sentimiento.

Aunque él nunca titubeó al mencionar a su ‘leona’, no faltaban los fanáticos que querían verlo desarrollar una dinámica con su diabla. “La Ale (Alexandra Torres) me cae superbién, es un amor conmigo. Como yo paso hablando de mi esposa e hija y ella sabía que yo no iba a hacer nada, la guambra cogió confianza. Fue un juego de amigos y ella conoció a mi leona cuando vino acá a Quito”, aclara con respecto a la relación cercana que mostraban en pantalla.

Ver MasterChef fue lo que lo motivó a participar el año pasado. Indica que tuvo un accidente hace tres años que lo postró en cama y su pasatiempos era ver el show de cocina junto a su familia. Se vio toda la temporada del ganador Roberto Ayala y más la persuasión de una de sus amistades, se registró en el casting donde compitió con arroz con huevo y atún.

Ahora explora todo tipo de cocina internacional y le motiva seguir adiestrando este arte. Andrés llegó al top 10 de la competencia. (E)