Series, documentales e incluso testigos vivos siempre han confirmado lo que muchos ya sospechaban: a pesar de ser parte de la familia real inglesa, la vida de Diana de Gales distaba de ser como la de un cuento de hadas. 25 años después de su muerte, cartas personales revelaron que su tormento empeoró cuando anunció que se divorciaría del entonces príncipe Carlos III.