Pablo Emilio Escobar Gaviria, conocido como Pablo Escobar estaba acostumbrado a conseguir lo que quería. Y lejos de su fama de ser el “rey de la cocaína”, en el plano amoroso lo rodearon muchas historias, pero ninguna como la que vivió con una distinguida periodista perteneciente a la sociedad colombiana.

Era Virginia Vallejo, quien se convirtió en su amante, la mujer en la que confió por muchos años y la que fungió como la mente brillante capaz de “aconsejarlo” en los pasos que daba en el oscuro mundo de las drogas, la extorsión y el asesinato en el que se movió por décadas antes de morir asesinado por la policía el 2 de diciembre del año 1993.

El destino los unió cuando Pablo Escovar se convirtió en su salvador, evitando que se ahogara en su hacienda Nápoles, donde llegó como una invitada y de la mano de su prometido. Vallejo era además de una periodista, una profesional con un nombre respetado en Colombia en la década de los 80.

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Además de ser su amante, Viriginia Vallejo también fue su biografa al escribir y retratar su historia en el libro que tituló “Amando a Pablo, odiando a Escobar”.

En una conversación con La Vanguardia, la reconocida periodista que en ese entonces presentaba el noticieron “24 Horas de Colombia”, hablo de su complicada romance con el temible narcotraficante que fue considerado un semidiós en su país.

Fueron cinco años de un amor en secreto, pero a voces, pues era conocido por todos que Vallejo era el nuevo interés romántico del peligroso capo.

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Para Virginia Vallejo el fin de la relación llegó en 1987, cuando comprendió la peligrosidad del hombre con el que decidió mantener un romance. “Se le metió eso en la cabeza y vi su verdadera alma”, dijo al diario español al revelar que Pablo Escobar tenía celos de su archienemigo Gilberto Rodríguez Orejuela, líder del Cartel de Cali.

“Le dejé porque me aterrorizaba lo que me decía. Llegó a decirme que quería contratar a un etarra (organización terrorista) para enseñarle a poner bombas. Se volvió paranoico y no podía seguir con él. Se volvió un monstruo cuando lo dejé y empezó a usar dinamita”, contó la dama que ahora reside en Miami, tras alcanzar un asilo político que la protegió de ser asesinada en su país. (I)