Robusta y fragante, con tacones, un vestido a media pierna y maquillaje intacto. Fresia Saavedra se conserva estable, y hoy lo celebra al llegar a sus 90 años de vida. Con gran entusiasmo de tenernos como visita, nos recibió en la sala de la casa de su hija, la también artista Hilda Murillo, con quien vive de lunes a viernes.

Aunque se le dificulta pararse y prefiere que le hablen en un tono de voz alto, la cantautora se mantiene con su misma esencia de siempre. Sentada y en medio de una lúcida conversación, la artista guayaquileña se mostró agradecida por llegar a esta edad, pero también por alcanzar otra meta en su vida profesional, pues ya son 85 años en la industria de la música, ese es el caso de Fresia, quien empezó a cantar a los 5.

La cantante cariñosamente conocida como la Señora pasillo, creció en el Guayaquil de los años 40 y debido a las limitaciones del servicio eléctrico en esa época aprovechaba ciertos horarios para escuchar en la radio música nacional. Esta fue su introducción a las canciones que su madre, Susana Gómez, solía cantar en casa.

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A temprana edad debutó en un programa infantil de radio. A los 12 años su talento fue reconocido por el propietario de radio Cóndor, quien la contrató como cantante. Su pasión y talento por la música fueron heredados de sus padres, particularmente de su padre, a quien considera su único maestro porque sabía tocar el violín.

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Fresia Saavedra e Hilda Murillo Foto: Alexandra Casulo

Estas experiencias le inculcaron un profundo amor por la música ecuatoriana y creció escuchando e interpretando este repertorio en su hogar. Las estaciones de radio eran especialmente valiosas para ella. Aquí comenzó a relacionarse con importantes cantautores ecuatorianos de la época como Elvira Velasco, los hermanos Montesci, Carlos Rubira, Olimpo Cárdenas, entre otros. Durante el auge de las canciones del género pasillo tuvo el privilegio de colaborar con reconocidos compositores como Francisco Paredes Herrera y Carlos Silva Pareja.

Una de sus grabaciones más destacadas fue el tema Destino cruel, que resultó ser un éxito significativo en esa época, incentivándola a continuar con su carrera musical. Su influencia como artista ha cruzado generaciones y ha trabajado incansablemente en varios ámbitos para mantener vivo este género tradicional. También tuvo la oportunidad de colaborar con importantes figuras políticas del país, quienes buscaban su talento para componer canciones de campaña.

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Durante su carrera, Fresia ha colaborado también con el legendario Julio Jaramillo. Juntos grabaron seis temas musicales, precisamente cuando Jaramillo estaba dando sus primeros pasos en la industria. Entre sus proyectos, Fresia formó el dúo Saavedra-Mendoza con Maruja Mendoza, expandiendo aún más su repertorio y alcance en el mundo musical.

Se casó con Wacho Murillo, quien también tuvo un papel crucial en su desarrollo artístico. Hoy en día Fresia Saavedra Gómez es un pilar indiscutible en la música tradicional ecuatoriana y un referente cultural tanto en Guayaquil como en todo el país. Más allá de su impresionante trayectoria, sus sueños y aspiraciones para la música nacional reflejan su compromiso inquebrantable con el arte.

Anhela que la música nacional expanda sus horizontes, y espera que los jóvenes talentos asuman con valentía el desafío de renovar y revitalizar la música ecuatoriana. Fresia reconoce que el futuro musical del Ecuador recae en estas nuevas generaciones.

Incluso con todos los desafíos y triunfos a lo largo de su vida, Fresia continúa su labor educativa en el Museo de Música Popular Julio Jaramillo en Guayaquil, un espacio donde imparte su sabiduría a jóvenes músicos.

Sin embargo, la vida de Fresia no ha estado exenta de desafíos. En 2021 enfrentó una dura batalla contra el coronavirus, que posteriormente desencadenó complicaciones con su colon. Desde entonces ha evitado bailar en exceso y sumado a su condición de diabetes, ahora divide su tiempo entre la casa de su hija Hilda durante la semana y su hogar en el norte de la ciudad durante los fines de semana, donde reside junto a un sobrino. A pesar de las adversidades, sigue manteniendo una rutina activa: cocinando, escuchando música y planificando sus clases para jóvenes talentos.

Fresia Saavedra no es solo una voz icónica en la música ecuatoriana, sino también un testimonio viviente del poder de la pasión, la determinación y el compromiso con la cultura y las tradiciones. Su legado, arraigado en el pasado, pero con la vista puesta en el futuro, es un recordatorio de la importancia de preservar y revitalizar la rica variedad musical de Ecuador.

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Para esta edición especial de sus 90 años, Fresia ha contestado ciertas preguntas puntuales:

¿Cuál ha sido su mayor hallazgo musical?

El ladrón. Lo grabé y todavía lo siguen escuchando. De los pasillos hay muchos, Sendas distintas me encanta a mí.

¿Cuál ha sido su mayor hallazgo personal?

Primeramente quiero agradecer a mi Dios por darme la oportunidad de vivir 90 años y seguir adelante. Quiero estar siempre con mi familia, mi hija principalmente, porque es la única, mis nietos.

¿Qué legado les deja?

Que cada vez que toquen mis piezas, mis canciones, van a acordarse de mí, porque a pesar de haber grabado tantas canciones nosotros siempre estamos unidos. Siempre somos madre e hija unidas.

¿En algún momento de su carrera quiso dejar la música?

No, yo no he querido dejar la música y Diosito tampoco ha querido que yo deje la música porque yo estuve muy grave. Gracias a él y al médico que me atendió estoy aquí todavía, adelante, enseñando a esa juventud todo lo que son nuestras raíces, mis canciones, y maravillosamente la noche del miércoles me hicieron un homenaje grande en el museo donde yo trabajo.

¿Ha cumplido todo lo que ha querido como artista?

Sí, yo no me quejo. En verdad, Diosito siempre me ha guiado, abierto las puertas y he podido cruzarlas sin ninguna dificultad hasta ahora.