El actor Marcelo Gálvez parece tener un aire un poco severo y estricto, al menos así se lo percibe al conocerlo por primera vez. Como docente tal vez es riguroso, aunque algunos de sus alumnos dicen que es muy atento, comprensivo y accesible a reírse con ellos (en el centro de habilidades Valientes, del Municipio de Guayaquil, en Estudio Paulsen y otros talleres).

Todo debe ser verdad, porque al preguntarle sobre sus dos pasiones, la actuación y su familia, su gesto se suaviza y tiene mucho para contar.

Estas dos pasiones se han fusionado en su vida, su apellido es sinónimo de artistas. Y pese a que este tipo de trabajo tiene su cuota de estereotipos, lo cierto es que se muestra muy orgulloso y honrado de que sus cinco hijos se hayan inclinado a las artes, tal como lo hicieron él, sus hermanos y primero su padre, demostrando que ninguna manzana cae tan lejos de un satisfecho árbol.

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Sus nietos también se han empapado del teatro. CORTESÍA. Foto: CORTESÍA

Andrea Gálvez Varela es la mayor, con 38 años; ha sido actriz, profesora de teatro y actualmente vive en Estados Unidos. Le siguen Juan Manuel (35) y Daniel Gálvez Varela (27), con Gabriel Gálvez Cevallos (20), los tres cantantes. Finalmente, el ‘conchito’ es Lucía, de 13, que ya ha manifestado su deseo de dedicarse al cine. “Ella se aprendía los guiones de las obras, porque la llevaba al teatro desde chiquita, de tres años. Se veía la misma obra viernes, sábado, domingo...”, recuerda con cariño de la menor del clan.

Hay tres tipos de padres: el que sueña con que su hijo haga la misma profesión que él (ingeniero, médico, abogado), el que no desea que su hijo siga su camino profesional (por ser muy competitivo o tal vez ingrato) y el que se deleita al ver que siguió sus pasos, sin intervenir, con su determinación y esfuerzo propios. Marcelo Gálvez, director, dramaturgo, docente, guionista, locutor y actor de teatro y televisión, es de los terceros, como revela en este diálogo a propósito del Día del Padre en Ecuador este domingo, 16 de junio.

Marcelo Gálvez con Gabriel, Juan Manuel y Daniel. Fotos: Zaky Monroe. Foto: ZAKY MONROE
¿Cómo comenzó el arte en su árbol genealógico?

Lo más remoto que tengo de referencia es mi padre en Chile, Luis Gálvez, que llegó en el año 59. Él relataba que salió de su casa para trabajar en un circo, donde le daba de comer a los animales, luego incursionó en el mundo del clown. Por eso él decía que era payaso y yo pongo en mi perfil que soy payaso, como él.

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Recibió la invitación de Rafael Guerrero para trabajar en la radio y luego, cuando se fundó el Canal 4, la primera televisora comercial de la región en el 60, fue convocado como director. Esa impronta ha sido ineludible para la mayoría de nosotros, como hijos y nietos, y ahorita ya bisnietos, estén incursionando en este campo, desde la docencia, en la actuación, la música.

¿Cómo se inculcó el arte en usted?

Mi papá más bien quiso evitar que me dedique a esto, porque es una profesión muy ingrata. Me decía: “te vas a encontrar con muchas decepciones”. Me metí a un taller de actuación con Ernesto Suárez, que para mí fue una cosa aparentemente fortuita, pero una bendición para toda una generación.

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Desde allí me involucré profesionalmente a El Juglar, aunque a los 7 años ya había tenido mi primera aparición en televisión en un programa producido por mi papá. A esa edad vi un a un mimo, Pepe Vacas, en el Museo Municipal, y me quedé impactado. En ese momento decido que de esto quiero vivir, cuando el resto de niños quería ser aviador, astronauta, bombero.

La forma en que este hombre transformaba el espacio con su cuerpo, representaba tantos personajes y creaba objetos con su expresión corporal me dejó muy fascinado. Por eso el acento mío, en el tema pedagógico, está tan marcado por la corporalidad.

Marcelo Gálvez (d) con su hijo Daniel, su nieto Andrés (hijo de Andrea), su nieto Samuel (hijo de Daniel) y la menor de todos, Lucía. CORTESÍA.
¿Por qué su padre no estaba de acuerdo con que usted se convierta en artista?

No quería, pero no como prohibición, sino que él me decía: “prefiero que te dediques a algo de provecho” como ser político, futbolista o militar, porque “esa gente gana plata”. Me lo decía un poco en broma, pero con preocupación. Cuando me vio en el escenario tuvo una actitud crítica conmigo, luego fue para mí un objetivo el convencerlo de que amaba lo que estaba haciendo y el hombre me honró muchas veces aplaudiendo de pie en primera fila, incluso a los espectáculos que no lo invitaba.

¿Y también le preocupó que sus hijos vivan del arte?

En realidad nunca tuve esa actitud, aunque desgraciadamente sí tuve un intento de imposición de parte de otros sectores de la familia, de parte de mi grupo religioso. Pero no los presioné en ninguna dirección. Ellos se han desarrollado solos en su campo.

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Los mayores están dedicados a la música y yo dije bravo, con un sentimiento extraño de no poder hacer más por ellos, como mandarlos a Viena, París, porque como me dediqué a esto y si bien es cierto no me morí de hambre, de todos modos también hay un freno ético que te impide hacer cualquier cosita y he rechazado muchos trabajos, porque no eran éticos (aunque pagaran bien).

Mucha gente dice que “vivir del arte en Ecuador es ‘fregado’”, pero usted lo logró con una familia numerosa.

El humor que hago nunca incluye burlarse de minorías étnicas ni de orientación sexual, tampoco va dirigido a hacer escarnio del adulterio o la desnudez... Se pueden hacer las cosas bien y tener éxito. Cuando nosotros hicimos Improvisa (2007) nadie apostaba por el programa. Algunos colegas no querían trabajar con nosotros al principio, después vieron el resultado y se acercaron. Nuestro target eran familias, nuestro programa lo podían poner a las 9 de la mañana o a las 12 de la noche, igual el público infantil lo podía ver. Es un humor blanco, en el que la gente se ríe de la ocurrencia del absurdo, de lo inesperado.

Marcelo Gálvez: Mi papá me honró muchas veces aplaudiendo de pie, recuerda sobre Luis Gálvez (+) el actor que, a su vez, engendró otra legión de artistas. Fotos: Zaky Monroe. Foto: ZAKY MONROE
Como actor y director, ¿ha ayudado a formar a sus hijos como artistas?

Ellos no tienen la formación artística gracias a mí en lo formal, lo que han hecho es mucha práctica conmigo. Por ejemplo, Daniel hacía de pajarito en Hansel y Gretel, cuando estaba aprendiendo a caminar, él sabía que tenía que recoger los pedacitos de pan y después corría a los brazos de la madre. Así mismo Andrea, cuando era chiquitita, hacía de Piolín. No podía hablar todavía y hacíamos una parodia: yo hacía Silvestre, la madre era el conejo Bugs Bunny y ella, Piolín.

Creo que lo que han aprendido lo hicieron de la mejor manera. Aparte, tienen un espíritu investigador que les viene en la sangre. Mi papá era un estudioso profundo de todo, lo que se le ponía delante lo leía, tenía una biblioteca de 1.000 libros que creó en nosotros el hábito de la lectura. Por ejemplo, tengo unas aficiones medio extrañas, que no tienen nada que ver con mi profesión. Me gusta mucho la aeronáutica, la aviación, las naves espaciales y la psicología, un campo que me ha interesado porque me ayuda a comprender cómo se compone un personaje. Ese es el espíritu que a mis hijos los ha llevado a donde están.

¿Como padre usted se considera del tipo estricto o permisivo?

A lo mejor sí fui estricto, pero ya me está reblandeciendo la vejez. Sí apliqué un “exceso de disciplina”, entre comillas. Poco a poco los he ido tratando de resolver con mis hijos más pequeños y con mis nietos. Por supuesto, hay cosas para las que hubiera preferido estar más preparado cuando tuve mis primeros hijos. Fui papá a los 22 años, me casé a esa edad, porque mi hija ya venía en camino. La típica que uno dice es que nadie te enseña a ser padre, sí, pero hay que aprender en el camino.

¿Alguna vez ha estado en escena con todos sus hijos?

Estuvimos largo tiempo en el Sánchez Aguilar, cuando hicimos Los ángeles de Gálvez, con Juan, Daniel, Pablo (mi hermano) y yo.

¿Cuántos hermanos tiene?

Puede ser que tenga unos 18 o 20 hermanos. Mis dos hermanos mayores viven en Chile, otros creo que están viviendo en Washington. Todos los demás son ecuatorianos.

¿Y todos son actores?

Todos tienen alguna referencia artística. Por ejemplo, mi hermana Noldy es psicóloga educativa y ella hizo mucho teatro y utilizaba el teatro como forma de aproximación a sus chicos. Anita es coordinadora de preescolar y conoció a su esposo en el teatro de la Católica, que era compañero mío. Fernando y Tabita son los más públicos de mis hermanos, como Pablo, que tiene una carrera muy brillante en la música y ha sido formador de mis otros hermanos, incluso ha trabajado con mis hijos.

¿Qué evento marcó su vida y la de sus hijos?

La muerte de mi padre. Eso fue una despedida muy fuerte, más de lo que esperábamos, porque no tuvimos tanto tiempo de esperarla. Mi papi se chequea por una bronquitis y los médicos ven algo raro en su sintomatología. Le hacen una punción pulmonar y en uno de sus pulmones tenía líquido con células cancerígenas que venían desde el páncreas. Para que esa manifestación haya estado en un órgano tan lejano, significa que estaba muy avanzado. Se detectó dos meses antes de su muerte.

Al ver que sufría tanto, para nosotros fue un alivio que descansara y lo hizo como él quería: rodeado del amor de todos sus hijos ecuatorianos. Se despidió entre cantos, como él pedía fuimos a su sepelio vestidos de blanco y mis hermanos músicos organizaron un concierto al pie de su cama, porque él decía “no me estoy muriendo, estoy yendo a encontrarme con mi Padre, voy a mi casa”.

No conocía que usted tuviera formación cristiana.

Dicen que “a la gente por sus frutos los conoceréis”. Pero no contaba que soy cristiano porque convoca mucha crítica innecesaria. Pero ahorita sí lo declaro de inmediato, porque parece que como va la historia muy pronto, vamos a tener restricciones. Hace poco metieron presa a una mujer en Inglaterra por rezar frente a una clínica... Hay que aprovechar ahorita que podemos hablar porque no nos lo pueden prohibir.

Marcelo Gálvez con su hija mayor, Andrea. CORTESÍA.
¿Qué ha sido lo más complejo de ser un papá actor?

No estar con mis hijos mientras estuve siete años en distintos proyectos de televisión. Me despedía de ellos en la mañana y no los veía hasta el día siguiente, porque mi grabación terminaba a las 10 de la noche. Llegaba a casa y los encontraba dormidos. Solo podía verlos plenamente el fin de semana.

Si había función de teatro, del fin de semana, aprovechaba y me los llevaba al teatro para que vieran las obras. Creo que esa convivencia ha hecho que ellos tengan tanta proximidad con el arte en general. (E)

Agradecimientos: Fotos por Zaky Monroe (@zaky.monroe). Locación en Estudio Paulsen (calle Numa Pompilio Llona # 195).