30.000 visitantes tuvo la Feria del Libro de Guayaquil, y el politólogo Agustín Laje dio la conferencia más concurrida ante 1.200 personas

La Feria Internacional del Libro de Guayaquil cerró ayer, 24 de septiembre, con un estimado de 30.000 visitantes durante los cinco días de actividades, que a más de venta de libros consistieron en charlas, talleres, juegos, concursos, exposiciones y conferencias de escritores ecuatorianos y extranjeros, entre los más destacados, el peruano-estadounidense Jaime Bayly y el argentino Agustín Laje.

A ellos la organización de la FIL atribuye los libros más vendidos desde el miércoles 20.

Laje llegó al salón Baquerizo Moreno a las 18:00 del domingo para hablar ante 1.200 personas que habían reservado y agotado los cupos ya el sábado 23, mientras que Bayly estuvo en una sala con 900 asientos. Hasta ese lugar llevó su conferencia “Generación idiota”, título también de su más reciente libro (febrero de 2023), que estaba en manos de muchos de los asistentes. Levantando sus ejemplares en lo alto, la gente lo recibió con aplausos y con gritos de “¡Agustín, Agustín!”, mientras él elevaba el puño y agradecía.

Nacido en Córdoba hace 34 años, Laje es politólogo, escritor y conferencista, según ha explicado, de la doctrina liberal de derecha. Rechaza ser llamado funtamentalista o de extrema derecha. Ya estuvo en la FIL de Guayaquil en 2022, recordó, y entonces tuvo una audiencia de 800 personas. “Este año somos el evento más grande de la Feria del Libro de Guayaquil”, celebró, y se distrajo un momento para apreciar un dron sobrevolando la sala, según dijo, algo que no había pasado antes en ninguno de sus eventos.

Reconoció que el título de su libro es polémico e irreverente (el subtítulo es Una crítica al adolescentrismo), y que la conferencia estaba orientada a dar pistas y facilitar la lectura de este. “Una pregunta fundamental es ¿qué edad tendría nuestra sociedad si fuese un individuo?”. Laje compartió a sus oyentes la hipótesis de Generación idiota: somos una sociedad de pensamiento y conducta adolescente.

Empezó defendiendo su idea así: en las sociedades premodernas, sin innovaciones agudas, el grupo etario que lideraba la cultura eran los ancianos, transmisores de la tradición, aunque no pudieran conformar ejércitos ni hacer trabajo pesado.

En las sociedades modernas esto cambió y el líder fue el adulto, que no mira al pasado, sino que quiere innovar. “Es un mundo de revoluciones”. La masificación del libro reemplazó al saber del anciano.

“¿Cuál es el grupo etario que domina la cultura del siglo XXI? “Es el adolescente. La forma de ver el mundo de nuestra sociedad es la del adolescente. Se reivindican valores y formas típicamente adolescentes. La tecnología que define la producción es internet, ¿y quién utiliza más las redes sociales? El adolescente”.

El adolescentrismo, defendió, es la transferencia de características psicológicas del momento adolescente de la vida hacia la cultura. No es un ataque al adolescente, aclara, sino a la cultura adolescéntrica y a sus componentes.

El primero que nombró es la identidad, que el adolescente todavía está buscando. “El problema identitario antes estaba anclado a un momento específico de la vida, que antes podíamos delimitar entre los 13 y 18 años; hoy ya no podemos, no se sabe si es hasta los 18, los 20 o los 25 la adolescencia tardía”.

Laje defendió que la identidad viene de la permanencia, no de las elecciones. Enumeró a la familia, una estructura social que no se elige y no varía. El nombre. La religión. El sexo. “Pero la familia está en crisis, y ya no da identidad; la religión está en crisis, hoy es una motivación lúdica, cada uno arma la suya; el sexo: desde que se puede elegir el género, ya no me puede dar identidad. Las estructuras dadoras de identidad están en crisis”. Y el Estado, alegó, no puede resolver el problema de la identidad humana.

En cuanto a la palabra idiota, tal como está en el libro del escritor que en YouTube está como @AgustinLajeOk, pidió que no se la tome como un insulto a los jóvenes, sino en su acepción original, “los que solo se ocupan de lo propio, los que están ensimismados, cuya visión no les da más allá de su estrecho margen de existencia”, y no pueden mirar a los demás.

Hay indiferencia e ignorancia del pasado, opinó el autor de La batalla cultural: reflexiones críticas para una nueva derecha (2022). “Hay una condena unilateral del pasado, típica del movimiento woke, que se sube a un pedestal moral, mira al pasado y dice que todo fue horroroso: machista, misógino, homofóbico”. Y por tanto se propone destruir el pasado. Deconstruir.

En cuanto al futuro, todo lo que esa generación puede ver es un apocalipsis sanitario, ambiental, climático. “¿Qué le queda a esta cultura? Es vivir el presente más absoluto: Bad Bunny”, ejemplificó a sus espectadores. “Y esto requiere vivir en el sobreestímulo de las emociones”, añadió en su charla que se extendió más de una hora; aun antes de que terminara de hablar, a la salida lo esperaba una larga fila de gente con un libro en la mano.

Originalmente, la FIL había previsto una asistencia de 28.000 visitantes, que fueron a divertirse, a comprar, a leer y a oír a invitados internacionales como Andrés Neuman, Claudia Piñeiro, Laura Restrepo, Oscary Arroyo, Jordi Sierra i Fabra, Armando Lucas, Christian Torres y Pablo Muñoz. (E)