Existen muchas historias acerca del COVID, cuyo efecto golpeó de muchas maneras a un montón de gente. Algunas son alegres, porque los afectados se salvaron de morir; otras, de supervivencia en primera línea; pero, en cambio, hay experiencias que no terminaron bien. Una de ellas es la de la escritora Aminta Buenaño, cuya pareja sucumbió ante esa peste, que en este momento tiene tintes de haber desaparecido.

Un blues para Roberto es un relato muy personal, doloroso en la primera parte. Aminta logra plasmar su tristeza, su rabia, su frustración, su impotencia. Reclama incluso por lo que no se pudo hacer y por lo que, tal vez, no hizo ella. Reprende con dureza a la vida. Incluso se rebela contra Dios, porque le arrebataron a su amor, a su compañero, al padre de su hijo, a un amigo. Increpa al mundo, a los médicos, a sí misma. Pero los dardos más potentes los lanza contra toda la estela de muerte y desolación que dejó la pandemia.

Rubén Darío es el eje de nueva obra literaria de Aminta Buenaño

¿Por qué contar esta experiencia íntima? “Primero, porque soy escritora; y luego, creo que uno se salva a través del arte. Siempre lo había pensado así, pero no lo había aplicado porque no había un momento en el que hubiese tocado fondo. Con la muerte de mi esposo, con quien tuvimos muchas décadas juntos, incluso nos habíamos jubilado para viajar... Mi esposo me decía: ‘Tú escribes y viajamos juntos’. Entonces, mi sueño siempre era dedicarme toda mi vida a escribir. Yo decía: ‘Ya estoy cerca de cumplirlo’, porque ya había sido profesora en la Universidad de Guayaquil, embajadora en varios países. Mi sueño siempre era dedicarme enteramente a mi pasión, que es la escritura. Cuando se dio esto, vino el coronavirus, y el 16 de enero de 2021 perdí abruptamente a mi compañero. Yo caí en una profunda tristeza, que las personas que saben lo que es esto saben que uno lo ve todo oscuro, negro. Realmente uno no quiere ni salir de la cama”.

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Aminta Buenaño muestra su libro 'Un blues para Roberto'. Foto: cortesía Dolores de Osorno.

Por momentos, Aminta decidió reponerse y empezó a escribir como una forma de escape. Tuvo aliados: uno de cerca —su hijo—, otros de forma digital e, incluso, una mascota. “En ciertas ocasiones me había levantado para escribir, como un artículo para Radio La Calle que se llamaba La lección mortal que nos dejó el COVID, que es el primer capítulo del libro, con el que tuve muchísimos lectores. Es increíble cómo nos encadenamos en las redes; hubo miles de lectores. Venían cartas de Canadá, Estados Unidos, España, México, Argentina y del Ecuador, naturalmente. También, cartas de expresidentes. Inclusive una de esta periodista tan destacada y amiga, Tania Tinoco (hoy fallecida). Todas ellas abrazándolo a uno en su dolor. Luego escribí otro artículo que publicó Desalineados, otra plataforma digital, en la que yo hablaba de los libros. Nosotros compartíamos (hablando de su esposo) una gran biblioteca compuesta por más de cuatro mil volúmenes. Cuando los abría, encontraba la dedicatoria y me parecía que su espíritu salía de las páginas de esos libros. Sentía un dolor tan intenso, hasta desgarrador podría decir”.

Aminta también se refugia en libros cuyos autores habían perdido a alguien. En Un blues para Roberto cuenta que tuvo una experiencia real con un perro misterioso que se cruzó durante un corto paseo en un parque cercano a su casa, en Guayaquil. “¿Era Roberto el que estaba en ese cuerpo de Dona (el can), era Roberto que me consolaba, que quería acompañarme?”.

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Su hijo, un hombre casado, le dijo una vez, juntando las manos: “Mamá, por favor, escribe, escribe. Pero escribe un libro para los millennials, que no sea gordo, no más de cien páginas, uno pequeño. Pero escribe lo que sientes”. Ella le contestó que era difícil: “‘¡Qué le va a gustar a la gente la vida de una persona!’. Mi hijo me respondió: ‘Te equivocas, mucha gente se identifica, mucha gente ha sentido ese dolor. ¿Crees tú que eres la única? No, mamá. Pero tú la puedes escribir, la puedes poner en palabras’. Él fue el principal estímulo”, cuenta la escritora.

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Desde ese momento, Aminta entendió que escribiendo enaltecía la vida de su pareja, Roberto Echeverría. “Pero también honraba la vida de todos, porque en nuestra ciudad murieron miles y miles que seguramente resultan valiosos para cada una de sus familias. Valiosos por innumerables cualidades que no sabemos; pueden haber sido personas generosas, bondadosas; personas que hicieron algo para sus hijos, sus nietos, sus amigos... En fin, yo sentí que escribiendo sobre Roberto lo honraba, porque fue bueno, honesto; fue alguien que había vivido para servir a los demás. Eso de alguna manera me sacó del abismo y me hacía sentir feliz cada vez que me sentaba a escribir. Tal como decía un escritor griego (Odysséas Elýtis): ‘Yo escribo para que la muerte no tenga la última palabra’. Mientras usted escribe sobre alguien, aunque esté muerto, usted lo hace resucitar. Es verdad, lo estaba haciendo para que mi compañero de vida no muera enteramente”.

Poco a poco, Aminta va como amortiguando su dolor en el libro. Pasa de estar furiosa a aceptar lo que le había pasado. Ella estaba viviendo un duelo. Más adelante, la escritora se centra en contar anécdotas familiares, y para ello se remonta incluso a describir cómo era y de dónde provenía la familia de Roberto. Todo esto sin pasar por alto las salidas que disfrutaron juntos, entre ellas la ocasión en que ella le declaró su amor por primera vez. “Ahora estoy más serena; trato de recordar las etapas más lindas que pasé con él”, cuenta.

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La biografía de Buenaño incluye cargos políticos, a los que rotundamente descarta regresar. “La política fue, podría decir, un hecho accidental por ese tiempo, porque se me ofreció cambiar cosas en la Constituyente (Asamblea de Montecristi); de hecho, lo logré, y no me arrepiento. Porque, fíjese usted, en la Constituyente yo logré, primero, los derechos del pueblo montuvio, que no estaban en la Constitución, ya que antes de la de 2008 solo estaban los derechos de los pueblos afro y de los indígenas. Los derechos de los montuvios, que son más de 1′600.000 personas en toda la franja costera del Ecuador, por primera vez aparecen con la Constituyente y bajo mi liderazgo. Otro logro que conseguí fue la licencia por paternidad de la que ahora gozan miles de jóvenes. También la lucha por la causa de las mujeres. Pero no quiero saber nada más de la política, porque la política actual es un albañal. Prefiero quedarme como escritora”.

El libro será presentado en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil 2022 el viernes 23 de septiembre, a las 19:00, en la sala Juan Tanca Marengo, a cargo de la poeta Sonia Manzano y los escritores Dalton Osorno y Hans Behr. También habrá un músico invitado “que va a entonar ese blues para Roberto”. Pero antes, el miércoles 21, Aminta estará firmando libros para sus lectores en el estand de Librería Española, a las 18:00.