Un conjunto de escenas apocalípticas de Quito durante los días duros de pandemia recogió el fotógrafo griego Evangelos Daskalakis en su libro gráfico Kuebiko.

Daskalakis hizo estas fotos durante los cuatro meses que se quedó atrapado en la ciudad ecuatoriana, hasta que pudo regresar a su país. Cuatro años después de lo sucedido regresa al escenario original de este libro para presentarlo como un “fotolibro experimental”, diseñado como una novela visual al estilo de un guion gráfico de una película de cine negro.

Las imágenes fueron hechas por el extranjero durante los paseos a los que tenía derecho cada viernes en el hostal donde se encontraba confinado en Quito.

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Para captar estas postales de la pandemia usó su celular, pues su cámara fotográfica se había malogrado en una inundación ocurrida en la comunidad indígena de Sarayaku, de la Amazonía ecuatoriana, donde se encontraba junto con su amigo, el antropólogo Leonidas Oikonomakis, en el momento que fue decretado el confinamiento en Ecuador.

“Tuve la inspiración de tratar de transformar mis imágenes de esta nueva realidad a algo más parecido a la ciencia ficción. Fue una realidad que para mí fue poco común, sin mucho color. Parecía más un guion de ciencia ficción”, explicó a EFE.

“Me tomó unos días de experimentación hasta que encontré la técnica con la que podía transformar lo que estaba viviendo de una manera que me inspirara a mí”, añadió.

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'Kuebiko' reúne escenas de la pandemia en Quito.

Así el libro muestra en blanco y negro lo que Daskalakis observaba por las calles de Quito durante sus limitados paseos, en los que se aprecia la ausencia de gente en la ciudad, la soledad de las personas y el miedo de estas a una situación insólita.

Por ello, la obra se presenta a modo de paseo, con una encuadernación innovadora en la que el lector necesita jugar con las páginas para apreciar la perspectiva completa de la imagen, a la que se agregan marcadores con pequeñas anécdotas e historias que acompañan a esas escenas.

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“Uno de los desafíos que teníamos era cómo lograr hacer y presentar la narración de una manera que no fuera estática”, indicó Daskalakis.

El título de la obra hace referencia al espíritu que en la cultura japonesa tiene el espantapájaros, quien “aunque tiene toda la consciencia de lo que pasa a su alrededor, no le queda otra que estar inmóvil, tomando el papel del observador pasivo”.

Daskalakis reflexionó sobre la situación en la que se reencontró con Quito cuatro años después, nuevamente con un toque de queda y restricciones, ahora impuestas por la inseguridad y el combate al crimen organizado en lugar de una amenaza sanitaria.

Esta novela gráfica muestra “una sociedad en la cual domina el miedo y prima la opinión de los expertos” y que se pregunta sobre el futuro de la humanidad.

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“Se pregunta si nuestras sociedades estarán en condición de dialogar y cuestionar el discurso dominante. Me pregunto si nosotros como sociedad podemos dar respuesta a la cuestión ambiental o democrática o si vamos a esperar a que lo hagan los gobiernos centrales y darles más poder”, concluyó. (I)