Por Eduardo León Rodríguez | Escritor

El poemario Isabel y su tiempo, de la escritora Elizabeth Oviedo, acopia las palabras que podemos encontrar en cada esquina de dos ciudades que a veces se vuelven ardientes y otras un tanto miserables.

En su poesía constantemente el amor es protagonista, pero de igual manera las mentiras hacen de lo suyo golpeando hasta que la ironía lacera el alma. En su búsqueda incesante de darle un rostro al deseo una brisa de ternura llega a su vida, es un sentimiento extraño, recalca, pero no le tiene miedo al qué dirán, por eso se arroja al viento para seguir por su camino.

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La autora se aventura a ese fuego que quema por dentro, a la impunidad del placer y de todos los laberintos que terminan en unos labios que no proliferan palabras, pero que sirven de refugio cuando llueve indiferencia.

En su texto encontraremos cómo el culto al cuerpo cambia los destinos, porque el recuerdo suele ser más grande que el presente, y aunque nos encontremos errantes por la piel, las palabras harán los días perfectos hasta respirar nuevamente.

La poeta guayaquileña nos recuerda que marcharse es otra forma de amar y que nada es en vano, por eso podría escribir mil cosas sin miedo a equivocarse. Finalmente nos revela que a pesar de todo, cada noche seguirá escribiendo, imaginando al pecado mil veces diferente. (O)