Desde hace algunos años, la industria automovilística mundial está volcada hacia la fabricación de motores de bajo cilindraje con turbo, en reemplazo de aquellos de aspiración natural más grandes. Esta tendencia de reducir su tamaño y peso tiene la intención de lograr una mayor eficiencia en el uso urbano diario.

Sin embargo, para que un motor turbo de 1,3 o 1,5 litros alcance un desempeño similar al de un 2,0 atmosférico debe hacer un mayor esfuerzo, y esto tiene varias implicaciones. El turbo es un sistema de sobrealimentación compuesto por una turbina y un compresor contrapuestos y unidos por un eje común. La primera recicla los gases del escape, mientras que el segundo se encarga de meter aire a presión al motor, para así lograr una mayor generación de potencia.

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Si bien este sistema es eficiente, tiene un nivel de complejidad mayor que el de un motor atmosférico convencional. Por ello, Juan Carlos Ponce, ingeniero automotor, piloto de competencias y propietario del taller Powering, brinda cuatro recomendaciones básicas para que los usuarios le den un uso apropiado y puedan alargar su vida útil.

Aceite

Un motor turbo requiere la utilización del mejor aceite posible, lo cual implica que cumpla estrictamente la especificación del fabricante y que además sea sintético. El aceite no solo cumple la función de lubricación sino también de refrigeración del turbo, que puede girar a un régimen de 150.000 revoluciones por minuto y alcanzar temperaturas de entre 500 y 900 grados centígrados.

El uso de un aceite de alta calidad evita la formación de carbones que taponan los conductos y pueden dañar el turbo. Además, los intervalos de cambio no deben sobrepasar los 5.000 kilómetros de recorrido, ya que la evaporación o degradación del lubricante también pueden causar daños severos.

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Filtro de aire

El experto hace énfasis en que es necesario utilizar filtros de aire originales o de la mejor calidad posible para evitar que pasen partículas gruesas de tierra, polvo o cualquier elemento extraño al turbo. Esto podría causar daños al sistema de lubricación e incluso reducir la presión de aceite en el motor.

“El uso de filtros cónicos o de alto flujo puede ser muy perjudiciales para el motor”, dice.

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Combustible

Al recibir una mayor presión de aire, un motor turbo debe trabajar con el combustible de mejor calidad que esté disponible en el mercado (súper, en el caso de la gasolina) para alcanzar las cifras de potencia y torque que indica la ficha técnica.

Un combustible de bajo octanaje no tiene la capacidad para resistir la presión que genera el turbo y se enciende de manera prematura, causando el efecto de cascabeleo con los consecuentes daños a los pistones y rines.

Si bien algunos vehículos cuentan con calibraciones electrónicas para permitir el uso de gasolinas de bajo octanaje, estas suelen tener un límite e implican restricciones al desempeño del motor, con el fin de cuidar su integridad.

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Hay que considerar que la relación entre la presión de aire de un motor turboalimentado y la cantidad de combustible requerido es directamente proporcional. El motor turbo consume menos que uno de similar potencia y mayor cilindraje en bajas revoluciones, pero más en altas. Esto debido a que para igualar su desempeño requiere una mayor aceleración.

Antes de apagar el motor

No es recomendable apagar el motor inmediatamente después de llegar al destino, especialmente cuando ha sido exigido, porque al hacerlo se corta el flujo de lubricación y refrigeración del turbo de manera repentina y eso lo daña. Al llegar al destino se debe mantener el motor encendido en ralentí al menos durante un minuto para evitar un cambio brusco de temperatura.

No olvide leer detenidamente el manual del usuario y cumplir minuciosamente los plazos de mantenimiento ahí indicados. (I)