Martín Flies y Damián Segovia se conocieron en el bus del colegio, donde como dos jóvenes compartían canciones, hablaban de música, pero no componían juntos. Pasaron los años. Damián se encerró a escribir y producir en solitario. Martín tocaba la batería en La Máquina Camaleón, giraba, grababa, seguía su ruta.