Fue a finales de los noventa, una época oscura con internet por teléfono fijo y sin celulares, cuando la japonesa Sony empezaba a entrar en la competencia de consolas de videojuegos con su PlayStation. Entre los títulos que resaltaban en la época se encontraba un simulador de autos de carreras que tenía como principal característica la posibilidad de usar vehículos muy parecidos a los de la vida real; claro, bajo los estándares de calidad visual que permitía la época.