Rocío, de 77 años y residente de Samanes, está conectada a un tanque de oxígeno pequeño. Usa doble mascarilla siempre y pese a no salir de su casa, tiene su gel antibacterial en las manos. Ella padece de hipertensión pulmonar crónica y no puede ni imaginarse que pudiera contagiarse de COVID-19, ya que su muerte sería de inmediato pues sus pulmones de por sí están comprometidos. Ella es parte del grupo vulnerable -por enfermedad- que incluirá el programa de vacunación COVID-19 que desarrolla el Municipio de Guayaquil para un millón de guayaquileños.