‘Me levanté en un basurero, me vi hecha una calavera y con mi barriga de 6 meses’: madres con adicción crónica transmiten síndrome de abstinencia a sus bebés

Ariana tiene 23 años y ha dejado todo por su adicción a la H. Dejó sus estudios, sus amistades, su casa, a su mamá, a su pareja y hasta su rol de madre por el consumo de esta droga, una de las más asequibles en Guayaquil.Ella se convirtió en madre por tercera vez en agosto pasado. El resultado: una bebé que ahora padece de síndrome de abstinencia, tiene bajo peso, problemas al comer, es muy irritable, llora en exceso, no se queda quieta, siente malestar por todo.Su nena fue parte de los 90 bebés con síndrome de abstinencia que se atendieron en el 2022 en cuatro hospitales de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), según cifras del Ministerio de Salud (MSP).Estos bebés son considerados un grupo vulnerable ya que a más de la condición de pobreza, tienen altos riesgos en salud, como problemas respiratorios, irritabilidad, bajo peso, manchas en la piel (moteada), succión excesiva, fiebre y reflejos hiperactivos.El problema se origina en las madres, mujeres que viven consumiendo diversos tipos de droga. El MSP indicó que solo en el 2022 recibió en hospitales de la Zona 8 a 300 mujeres embarazadas con uso o consumo problemático de alcohol, tabaco y sustancias psicoactivas.Mientras, en el Centro Especializado en Tratamiento a Personas con Consumo Problemático de Alcohol y otras Drogas (Cetad) de Bastión Popular se atendió a 125 mujeres en el último año. De ese grupo solo dos tuvieron bebés con síndrome de abstinencia.La doctora Julieta Sagñay, del programa municipal Un Futuro sin Drogas, explicó que a ese Cetad municipal llegan casos muy críticos, mujeres que las han sacado de basureros, recuperado de las calles, y que luego se enteran de que están embarazadas.Además, que son mujeres que tienen años (entre cinco y diez) consumiendo diversos tipos de drogas.Los casos se presentan más en sectores populares como Guasmo sur, Fertisa, Bastión Popular, Balerio Estacio, Sergio Toral, Monte Sinaí, Los Vergeles, San Francisco, entre otros.Por ejemplo, Ariana pese a haber ingresado a terapia para intentar dejar las drogas antes y después de tener a su última hija, no lo logró y continúa con el consumo al extremo de llevar a su bebé a los sitios donde expenden y usan estas sustancias.Sagñay reconoció que es un proceso difícil que les toca pasar a las madres ya que algunas no reciben un periodo de desintoxicación como tal.“Si las embarazadas no consumen la droga cada dos horas, el bebé se les empieza a mover como un torbellino dentro del vientre. Sufre ella y sufre el bebé. Entonces qué hacen, consumen la droga y se calman ellas y se calma el bebé”, comentó.En el caso de Ariana logró dejar de consumir en periodos de su embarazo, pero luego del nacimiento de su hija retomó el consumo y al darle de lactar a su bebé le generó el síndrome de abstinencia.Además, ella la expone al peligro, contaron sus familiares y médicos, porque acudió a los basureros donde reciclaban y consumía droga cargando a la menor.La doctora Sagñay aseguró que hay mucho rechazo de parte del sistema de atención del MSP debido a las limitaciones de cama, especialistas, insumos.“Vienen en la última semana de gestación, en crisis, y las trasladamos en camionetas a los hospitales del ministerio. Allá nos dicen que aún no les toca, nos las mandan devolviendo sin atención. Nosotros las internamos y damos seguimiento”, manifestó.Andrea Rizzo, del Cetad de Bastión Popular, explicó que la mayoría de estas pacientes llegan en el segundo periodo de gestación y que allí hay más riesgos de que sus bebés nazcan con síndrome de abstinencia, por eso tratan de asistir a estas mujeres durante los primeros meses para evitar la enfermedad.Ambas doctoras explicaron que a más de los daños físicos a los que están expuestos tanto madres como bebés, también hay un trastorno psicológico, ya que este tipo de mujeres llega a padecer de esquizofrenia, bipolaridad, histeria, por lo que necesitan mucha vigilancia, más con sus bebés porque hay casos en que los violentan.Uno de estos casos se evidenció en una de las pacientes que al ver que su bebé nació con hidrocefalia, lo golpeó y entró en estado de histeria.Este caso fue denunciado y se le realizó seguimiento con Fiscalía. “Muchas mujeres andan en las calles con los bebés, la droga la meten en los pañales. A los sitios de consumo, a los basureros”, denunció la psiquiatra Rizzo.Otras, en cambio, sí logran cambiar estas realidades con mucha constancia. Ese fue el caso de Gina, de 24 años, quien decidió cambiar de vida cuando despertó en un basurero en la cooperativa Sergio Toral, noroeste de Guayaquil.“Estuve drogándome sin parar, unos tres días amanecida. Había dejado a mi hijo de un año cinco meses. Me levanté en un basurero, me vi en el vidrio de un carro y estaba hecha totalmente una calavera, con los ojos hundidos, sucia, con mi barriga y me dio asco, me dio vergüenza”, comentó.Ella recordó que acudió al Cetad municipal, donde la acompañaron a su rehabilitación.“Yo tengo a mi primer hijo que tuvo síndrome de abstinencia y nació prematuro, estuvo en termocuna, estuvo enfermo, lloraba demasiado, muy frágil y ahora es muy hiperactivo, muy complicado, y eso es algo permanente”, expresó.La joven madre recordó que es un proceso difícil, que no ha recibido la ayuda constante en los hospitales donde se ha hecho atender, pero sigue en sus terapias de rehabilitación para salir adelante por su familia.Son 90 bebés atendidos con síndrome de abstinencia en el 2022 en hospitales de la Zona 8. Estos fueron 6 bebés en el Guasmo sur; 20, en el Universitario; 19, en el hospital de niños Francisco de Ycaza Bustamante y 45 neonatos en el Matilde Hidalgo de Procel, ubicado en el Guasmo sur. (I)

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