Del dramaturgo inglés Patrick Marber llegó a Guayaquil la adaptación de Closer, bajo la dirección de Montse Serra. Este interesante proyecto teatral se presentó en la Sala La Bota del Malecón del Salado que, cabe señalar, es un muy buen espacio que acoge trabajos teatrales, ¿lo han visitado ya? Recordemos que está en el mismo complejo teatral junto al Microteatro GYE y Las Tablas.

La obra está ambientada en Londres y, todo bien con eso, pero al ser un experimento de un rabioso realismo, me chocó que los referentes culturales sean ingleses y que no representaban casi nada de nuestro contexto local. ¡Vamos amigos! No es una obra importada en su totalidad, ¿dónde quedó el trabajo de adaptación? De ahí que me queda la duda si quisieron hacer una obra de teatro o quisieron proponer a imagen y semejanza una representación teatral de la película que lleva el mismo nombre.

En la obra actúan el español Iñaki Moreno (Larry), los mexicanos Michelle Samudio (Alice) y Benjamín Cortés (Dan), y la ecuatoriana Luciana Grassi (Anna). Meritorio trabajo actoral. No se llega a ser actor solo por entrenamiento, porque aquello no nos prepara para la creación. Conocemos que cada uno de estos actores manejan teatralidades distintas, pero sin lugar a dudas, cada una es su vida misma. Por tal motivo el producto del entrenamiento que estos actores y actrices mostraron en la obra, nos enseña autodeterminación y disciplina.

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Con esto probamos que un actor no es necesariamente un tipo ejercitado que sabe hacer volteretas, la moonwalk o que conoce de movimientos gimnásticos que rayan en lo estereotipado, sino que es un producto de la definición de sí mismo/a. No es matándose de agotamiento que se consigue ser actor o actriz, ni por encargo o esfuerzo, sino desde una forma de autoconocimiento de sí.

La obra se desarrolla con un ritmo un poco lento, dándonos como resultado dos horas de presentación. Los diálogos debieron ser algo más dinámicos, para que en momentos puedan generar mayor intriga. Por otro lado, los personajes están bien construidos: son contradictorios, son extraños y neuróticos. Es admirable el cambio de energía que debían manejar los actores entre escena y escena… yo ya estaba agotada energética y emocionalmente.

Es sospechoso que siempre que veo que está Benjamín Cortés en una obra, la escenografía cuenta con el recurso de los cajones donde se guarda la utilería para cada escena; sospecho que él tiene algo que ver con esa idea que es muy práctica e interesante a la vez. Entre escenas, los actores mismos movían, quitaban, ponían en una buena sincronización de movimientos, que además visualiza una gran labor de dirección.

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El trabajo de luces, distribución del espacio y un interesante uso de recursos tecnológicos, estuvo muy bien llevado y esto solo se puede saber por la inmersión que causaría al público en relación con ese entorno.

Closer muestra poniendo en riesgo todo lo que no suponemos sobre el amor. Closer, que significa (cercano, muy cerca), nos cuenta la historia de cuatro vidas entrelazadas que retratan el amor llevado a cabo en los días presentes. A más de uno en la sala, alguna de las escenas se nos hizo familiar y personal, porque algo nos intenta decir sobre el sexo, el amor y la infidelidad. Aunque es una obra para adultos con criterio formado, nos sentimos tocados. La obra, que no intenta ser una comedia, es más un drama, como toda historia de amor. ¡Hasta la próxima amigos! (O)