Los Avengers necesitan unirse para luchar contra Thanos, pero John Wick no necesita de nadie. No, él puede defenderse solo. El personaje interpretado por Keanu Reeves desde el año 2014 en la cinta original vuelve en esta entrega con más peleas, más balas, más cuchillos, más acción, más espectacularidad y más perros. Quienes han visto las dos películas anteriores saben de la especial debilidad que tiene el protagonista por sus amigos de cuatro patas.

Esta nueva entrega de John Wick es una continuación prácticamente directa del segundo filme. La trama es bastante simple: luego de haber violado el código criminal en la película anterior al matar a sus enemigos dentro del Hotel Continental en Nueva York (una especie de zona neutral donde se reúnen todos los asesinos y mafiosos en el que irónicamente no está permitida la violencia), Wick es ahora un fugitivo y su cabeza tiene el precio de 14 millones de dólares. Para mantenerse con vida debe enfrentarse a innumerables enemigos que quieren cobrar la recompensa.

Desde sus minutos iniciales, esta película nos pone a tono con el primer enfrentamiento de Wick con quienes quieren verlo muerto: una trepidante secuencia mezcla de artes marciales y pelea callejera, coreografiada con la precisión de un número musical de primer nivel. Y de ahí para adelante la emoción no para, y tampoco para la ironía y el humor negro, otras de las características propias de esta franquicia.

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El papel de John Wick le calza como anillo al dedo a Keanu Reeves, un personaje que nunca, a pesar de cualesquiera sean las dificultades que está pasando, pierde la compostura ni la elegancia de su ya tradicional traje negro. Aún manchado de sangre y golpeado, el personaje tiene cierto glamur, que va más allá de la perfección estética.

 

También actúa en esta película Halle Berry en el papel de Sofía, pero no como el interés romántico del protagonista, que para eso no tiene tiempo John Wick, sino como una colega que lo ayuda a Wick en un tramo de la historia, ya que le debe un favor porque en el pasado, él salvó a su hija de la muerte. Al principio, Sofía no está muy convencida de ayudarlo, pero cuando los asesinos que lo están persiguiendo intentan matar a sus pastores alemanes, no hay quien la detenga. Una nueva lluvia de balas y golpes en la que participan hasta los perros del personaje de Berry haciendo lo que mejor saben hacer: dar certeras y dolorosas mordidas a sus enemigos. Una vez superado este obstáculo, el personaje de Sofía desaparece tan pronto y fugazmente como apareció. Es que nadie puede ayudar mejor a John Wick que él mismo.

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Es cierto que este no es un filme para todos, pero para los amantes de la acción y las peleas espectaculares en la gran pantalla, esta película es una de las más entretenidas en tiempos recientes. Y la historia no ha terminado aún, ya que el final de John Wick 3 es un gran gancho que deja el camino abierto para la cuarta entrega. Al igual que el personaje, esta franquicia se resiste a morir. Y hasta el momento no hay motivo para que esto suceda. Larga vida a John Wick. (O)