Con sus velos blancos y sus túnicas azules, Lova y Pascaline parecen religiosas. Unos años atrás, estas madres de familia rompieron con el catolicismo para vestir el uniforme de una de las principales iglesias evangélicas en Madagascar.

"La Iglesia del Apocalipsis me salvó. Mis dolores desaparecieron", afirma Lova Nirina Raveloarisoa, de 45 años. 

"El Apocalipsis me sostuvo en la muerte de mi hijo", asegura su amiga, Pascaline Raharimalala, de 34 años.

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Las dos participan este domingo en un seminario reservado a las mujeres organizado por Aurelia Mailhol, la esposa del pastor André Mailhol, fundador de la Iglesia del Apocalipsis.

Cientos de mujeres se dieron cita en el anfiteatro al aire libre de Antananarivo. Una marea humana blanca y azul, los colores que "Dios no ha relevado", explica el pastor Mailhol, de 59 años, en inmaculado traje, y cuidados zapatos.

En Madagascar, país mayoritariamente cristiano que espera al papa este fin de semana, Dios está en todas partes, en las iglesias tradicionales (católica, protestante, anglicana...), en las mezquitas y también en las iglesias evangélicas que florecen, como en todo África, y atraen a muchos cristianos.

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El pastor Mailhol fue católico antes de fundar en 1996 su iglesia, en la que predica una versión rigurosa de la Biblia. "En 1991, recibí un llamado de Dios para convertirme en el mensajero del libro del Apocalipsis", cuenta este exvendedor callejero.

Hoy en día está al frente de unas de las iglesias más grandes de la renovación espiritual de Madagascar, y que afirma tener 1,5 millones de fieles y 1.000 templos.

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Las cifras son imposibles de verificar. Pero en 2018, cuando era candidato a la presidencial, logró reunir a 60.000 personas en un estadio de la capital. En las urnas apenas consiguió algo más, ya que obtuvo 63.000 votos (1,27%).

Diezmo 

El seminario de este domingo está consagrado a la educación de las mujeres. Estudiosas, las fieles toman notas de buenos consejos.

"En las discotecas, los demonios siembran los granos de la discordia", "Atención al café, provoca enfermedades como el temblor del cuerpo", "No basta con prohibir a un niño que utilice un cuchillo, hay que explicarle por qué".

Tras tres horas de clase, llega la hora del espectáculo y luego de la colecta.

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"Vamos a hacer algunas donaciones porque el alquiler de este anfiteatro no es gratis", anuncia la esposa del pastor. "No hay que presentarse ante Dios con las manos vacías", agrega.

Lova, la costurera, y Pascaline, la comerciante, obedecen. Cada mes, donan a la iglesia al menos una décima parte de su salario.

"El diezmo está escrito en la Biblia. Con él se puede esperar la bendición de Dios. Uno recibe en función de lo que da", asegura Lova, que gana el equivalente a 125 euros (unos 140 dólares) por mes.

La víspera, el pastor Mailhol predicó ante cientos de creyentes reunidos en el suburbio de Antananarivo. Al pie del estrado, había cuatro grandes cestos, uno de ellos destinado a la construcción de la "iglesia más grande de África".

"En el año 2004, recibí un mensaje de Dios para construir la iglesia más grande de África", cuenta Mailhol. Gigantescos trabajos se pusieron en marcha cerca de la capital. El edificio debe albergar a 30.000 personas, si se obtienen los fondos esperados.

"Psicólogos" 

El pastor rechaza explotar a sus fieles. "Con el diezmo", que no es obligatorio según precisa, "la gente recibe la bendición de Dios". "Transfiriendo al Estado 20% de impuestos, ¿qué es lo que reciben? La pobreza", dice.

Madagascar se encuentra entre los países más pobres del mundo.

"El pastor se adapta a la gente", explica Pascaline. "Aquí bailamos, nos movemos. Los católicos solo se ponen de pie", agrega su amiga. 

"La Iglesia del Apocalipsis hace milagros", dice Pascaline, en referencia a aparentes curas sin explicación científica.

Pero el arzobispo de Antananarivo Odon Arsène Razanakolona no se preocupa demasiado del éxito de estas nuevas iglesias.

"Las iglesias católicas no se vacían", asegura el prelado, que admite sin embargo algunas "carencias", como una "liturgia bastante fría".

"Los predicadores sirven de psicólogos", explica Paul Rabary, que enseña sociología política en la universidad de Antananarivo.

"Teniendo en cuenta la pobreza, la necesidad de sentirse protegidos psicológicamente, (estas iglesias) responden perfectamente a las necesidades de los fieles", agrega.

"Las iglesias tradicionales prometen el paraíso en el más allá. Las iglesias del despertar espiritual lo prometen de inmediato", concluye. (I)