¡Bravísimo! Porque hoy los aplausos los damos antes. Quien ha estado por tres décadas al frente de Danzas Jazz, el coreógrafo, productor y director José Miguel Salem, nos despierta del letargo de la onda del espectáculo falsete porteño, con una jugada estupenda en el momento adecuado de su vida y de la nuestra, presentándonos el famoso musical de Broadway, Chicago, en la sala principal del Teatro Sánchez Aguilar.

La mejor puesta en escena del espectáculo local, me arriesgo a decir, nunca antes vista en Guayaquil y a un precio de locos. Salas llenas, aunque no estemos listos para este tipo de musicales, el público respondió bastante bien y de seguro quiere más. 

El musical desborda grandes voces, coreografías de la más alta calidad y por supuesto las actuaciones. 

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En Chicago se ve crimen, extravagancia, comedia y sensualidad, llevado a cabo por un elenco gigante de cantantes que se vuelven un reto para el sonidista y la acústica del teatro, de lo que resultó, sin embargo, un final feliz.

Como espectadores no conocemos las dificultades que conllevan solicitar los derechos de una obra tan famosa y con 23 años en escena.  Además de arriesgarse a hacer teatro musical y ponerse al hombro la responsabilidad con que la obra dispara, José Miguel Salem se consagra como maestro y nos da una lección de vida y teatro inolvidable, a partir de que Broadway lo vio crecer y él creció junto a Chicago. 

La lección es probablemente que “lo bien hecho” no es suficiente, sino que debe ser excelente y para eso tiene que estar tu ADN, y para lograrlo puede tardar hasta 40 años de gestación. 

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Fuera de lo ecléctico teatral y adaptaciones chabacaneras guayacas, José Miguel, para hacer dramaturgia musical apuesta por lo original.  Con puesta en escena completa, con escenario, vestuarios alucinantes. Nos da como resultado un espectáculo visual maravilloso, en el que dos horas de show parecen veinte minutos. 

La obra fue escrita por Maurine Dallas Watkines y se publicó en 1926, representando la criminalidad de la época y la corrupción dentro del sistema judicial. Y vaya que aún está bien actual. El musical ícono de Broadway se estrenó en 1975 y desde ahí se ha montado en otros países, pero nunca antes en Ecuador.  La obra se desenvuelve a partir de las dos detenidas por asesinato, Roxy y Velma, luchando por tratar de alcanzar la fama para no ser condenadas a muerte. 

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Una vez sentaditos en la sala del teatro, con expectativas a medias, aparecen los primeros bailarines, pero al abrirse el telón del todo, de entrada, nos llevamos la sorpresa que en escena emerge el maestro Dante Anzolini a cargo de sus once músicos impecables.  Anzolini a ratos les hace guiños a los actores durante la obra, y eso fue increíble.  Como también fue increíble ver a tantos artistas que no teníamos en el radar, como Alberto Moreno o Xavier Ávila..., pero esta la lista del elenco aún es larga. 

La ucraniana Luchiana Hakman (Roxy Hart), Nicole Rubira (Velma Kelly) y Patricio López (Billy Flynn), quienes ya han trabajado en ocasiones anteriores con Salem, bailaban y cantaban sin desentonar, y aunque constan como protagonistas… en la obra completa todo está conjugado de tal forma para que todos sobresalgan armónicamente como un verdadero cuerpo artístico, lo que hace de la obra hermosamente magnífica. La aparición de Ana Passeri, como Mary Sunshine, impresiona también con su canto y presencia en escena. 

Chicago es una obra para verla varias veces en la vida, con mayor razón si las producciones de José Miguel siempre nos transmiten alegría. (O)