A pesar de que muchos lo vemos como una forma de prevención el mantenernos informados de todo cuanto sucede en el mundo, hay quienes empiezan a tener una sensación de inseguridad, incertidumbre y temor precisamente por todo lo que sucede. Nos preguntamos si así era el mundo antes o es que ahora nos enteramos de todo gracias a las redes sociales. Pues pienso que son las dos cosas.

El miedo es una emoción necesaria pues, sin duda, nos ayuda a prevenir, a encontrar límites para evitar problemas. Pero el miedo, cuando aparece antes de que las cosas sucedan, ya activa en nosotros la ansiedad. Es como que nuestra mente dice “por si acaso ocurra algo malo, voy a sufrir desde ya”. Y sentimos miedo, nos ponemos ansiosos aunque todavía no haya pasado nada.

El miedo puede ser eterno y muchos desconocen si hay algún tratamiento para combatirlo. Como surge de una idea, este puede crecer y materializarse hasta sacar de nuestra boca un “ya viste, yo te dije que pasaría”.

Compartir en nuestras redes sociales mensajes negativos, noticias (falsas, muchas de ellas) y esas típicas predicciones del fin del mundo, lo único que hace es nutrir y contagiar a otros ese miedo que nada bien nos hace. Pero el miedo que nos congela, ese que ya entra en el terreno del pánico, ese es el peor. No solo porque nos hace un tremendo daño a nuestra salud mental y física, sino porque nos desactivamos energéticamente y dejamos de hacer. Y pienso que mientras tengamos vida, estamos aquí para hacer. ¿Hacer qué? Aquello que más nos gusta, eso que llaman vocación.

Publicidad

Las noticias de los primeros 40 días del 2020 no han sido nada agradables en general y no digo que hay que voltear a ver a otro lado ni dejar de ser empático y solidario con otros. Lo que digo es que hay que cuidar de nuestra salud emocional para que nuestro cuerpo físico no enferme. Además, con miedo solemos cometer más errores que aciertos.

El miedo tiene la capacidad de contagio que no tiene un virus. Un virus requiere contacto físico, el miedo solo necesita que entremos en contacto con la idea. El virus tiene un ciclo y la mayoría tiene un tratamiento. El miedo puede ser eterno y muchos desconocen si hay algún tratamiento para combatirlo. Como surge de una idea, este puede crecer y materializarse hasta sacar de nuestra boca un “ya viste, yo te dije que pasaría”.

No soy partidaria de los mensajes cursis de buenos días o buenas noches que recibimos por WhatsApp, pero entiendo que existan pues es natural que se busque un equilibrio en la balanza del mundo virtual.

Publicidad

He escuchado a personas mayores (y sabias) decir que ante una mala noticia que reciben lanzan una oración, un rezo, una plegaria y lo dejan ir. Esas personas no son grandes usuarias del WhatsApp pero sí del Facebook y es por ahí que se enteran. ¿Será que su actitud es lo que los hace longevos? Es muy probable.

Los problemas han existido siempre y no podemos medir si han sido peores antes que ahora. Lo único que sí podemos identificar es que ahora más que nunca es necesario aprender a tomar medidas personales para transmutar los miedos y evitar que nos paralicen. (O)