En estos días de encierro forzoso en que hemos sido obligados a ponerle un freno a nuestras vidas para aislarnos del mundo, es una época muy propicia para la lectura de diarios. La propia rutina de nuestra nueva cotidianidad como que nos invita a compartir el devenir de los días con el de otros. Los diarios son una expresión de intimidad. Su vocación no es realmente la de comunicar ideas o experiencia, sino más bien la de expresar en forma introspectiva los pensamientos y reflexiones propias del autor. Los diarios generalmente cobran interés para el público cuando vienen escritos durante épocas de crisis, crisis ya sean públicas o del autor. Para estos días de pandemia uno de los diarios más citados es Diario del año de la peste, escrito por Daniel Defoe (1660-1731) en 1722 (Editorial Verbum, 2017, 202 páginas), en el que narra los estragos de la peste bubónica que azotó a Londres en 1666. El autor reconstruye los sucesos de varias fuentes históricas y de sus recuerdos de cómo vivió ese año cuando era un niño. A mitad de camino entre un reporte periodístico y la novela, el libro de Defoe nos transporta a un mundo aterrador de miedo y muerte.