Lo conocí hace algunos años, especialmente porque había leído su novela El libro flotante de Caytran Dölphin, que ocupó mi mente durante mucho tiempo, porque pocas veces había leído un autor guayaquileño con visiones tan peculiares, internacionalistas y... premonitorias. Leonardo Valencia ya se encontraba en Barcelona, donde su novela había captado un interés especial.