Cuando el volcán Gunung Agung lanzó enormes nubes de humo hacia el cielo, miles de viajeros quedaron varados en Bali. El aeropuerto internacional de la isla fue cerrado y muchas agencias de viajes ofrecieron a sus clientes modificar o cancelar sus reservas.

El volcán trastornó considerablemente los planes de muchos turistas. La mayoría había viajado a Indonesia solo por sus preciosas playas. Eso fue en 2017. “Muchos turistas realmente se sorprendieron por el hecho de que allí hubiera volcanes activos. Algunos estaban totalmente indignados”, recuerda Thomas Walter, del Centro de Investigación Geológica de Alemania (GFZ).

Cazadores de fuego

“Quien no se ocupa del tema, muchas veces se sorprende”. Ese es un tipo de viajeros. “Y luego están las personas que viajan especialmente a los volcanes”, explica el geólogo. Y es que los volcanes son a la vez amenaza y atracción turística. Ofrecen a los viajeros una experiencia en la naturaleza incomparable. O paralizan el tráfico aéreo, cubren de ceniza el paisaje y destruyen poblaciones... La erupción de un volcán es un espectáculo con peligro de muerte.

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A nivel mundial hay unos 1500 volcanes activos. Debido a la expansión global del turismo, el riesgo de que afecten a viajeros se volvió mayor, señala Walter. “Bali, por ejemplo, era antes más bien un destino para viajes individuales. Eso cambió”.

En el Cinturón de Fuego del Pacífico hay unos 450 volcanes activos. De ellos, 127 se encuentran en Indonesia. En 2010, el Merapi de Java lanzó columnas de ceniza y lava a una altura de hasta 18 kilómetros. La zona alrededor del volcán fue evacuada antes de la erupción, lo que salvó miles de vidas. “Ese es un volcán muy peligroso”, sostiene Walter.

Siempre responsables

También en Europa hay riesgos. Por ejemplo, en torno al Etna en Sicilia. En diciembre de 2018 se produjeron varias pequeñas erupciones y temblores. Pero, al mismo tiempo, el volcán atrae a muchos viajeros. “Ahora es muy fácil subir. Hay excursiones en autobús desde los hoteles”, señala Walter. “En el caso de erupciones, los vulcanólogos deben informar a los turistas y mantenerlos alejados del volcán. Pero los viajeros quieren ver las emisiones nocturnas de lava”. Por eso es importante que el turismo en torno a los volcanes se lleve adelante de manera responsable, señala el experto.

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Turistas caminan por la ceniza volcánica del Etna en Italia. Foto: Caroline Mayer/dpa-tmn.

Los turistas deberían informarse muy bien antes de viajar. Muchas veces la diferencia la hace el lugar exacto en el que uno se encuentra en una región. La reciente erupción del volcán Kilauea en Hawái –uno de los más activos del mundo– causó ríos de lava y daños en Big Island. Pero quien quería pasar sus vacaciones en cualquier otro archipiélago de la isla no tenía limitaciones.

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Realmente el riesgo de que los turistas se vean afectados por una erupción es relativamente bajo, en comparación a otros peligros de los volcanes. “La altura y el mal tiempo muchas veces se subestiman”, dice Walter. Eso vale por ejemplo para el popular Teide de Tenerife. “Muchos quieren subir, pero es una montaña de 3700 metros de altura. No se puede subir con calzado de playa”.

Juego de colores en el Eyjafjallajökull de Islandia. Una explosión del volcán en 2010 paralizó el tráfico aéreo en amplias partes de Europa. Foto: Ragnar Th. Sigurdsson/dpa-tmn.

El hermoso Cotopaxi

Y luego están las situaciones que no solo afectan a los que están cerca. El volcán Eyjafjallajökull (sí, así se llama) en Islandia paralizó en 2010 por varios días todo el tráfico aéreo del norte y el centro de Europa. Sin embargo, los volcanes siguen siendo grandes atracciones turísticas en Islandia. “Recomendamos explorarlos con un guía que pueda aportar conocimientos, historia y datos interesantes”, dice Sigridur Dögg Gudmundsdottir, de Visit Iceland Touristen.

Fuera de Europa, escalar volcanes también es una atracción muy popular. Eso vale sobre todo para Centro y Sudamérica. En los Andes se suceden en cadena volcanes de más de 5000 o 6000 metros. Solo en Chile hay 80 volcanes activos. Especialmente bello, por su forma, es el Cotopaxi en Ecuador, que también suele activarse cada tanto. En ocasiones su ceniza llega hasta la cercana capital del país, Quito.

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¿Y por qué son tan fascinantes los volcanes? “Hacen entendible la dinámica del planeta”, dice el geólogo Walter. “A simple vista no se ve cómo se mueven lentamente las placas tectónicas. Pero una erupción volcánica sí”. Y, quizá, también tenga que ver con un pensamiento arcaico: “El fuego siempre despierta el interés de las personas”. (I)