Ram Bahadur Neupane puede andar en moto aun cuando detrás de él un asistente sostenga a un ternero enfermo que se retuerce. En los seis años en los que este hombre, ahora de 57 años, rescata y cuida vacas de las calles de la capital nepalesa, Katmandú, aprendió a compensar sus movimientos. Solo al principio se cayó una que otra vez y se lastimó manos y rodillas.

Según relata, en 2014 este ex empleado del Ministerio del Interior no aguantó más ver a las vacas extraviadas que comían plástico o eran mordidas por los perros o heridas en accidentes de coches.

Se preguntó cómo podía ser que cada vez más propietarios dejaran solos a sus animales. En Nepal, país de fuerte influencia hinduista, las vacas en realidad son sagradas. En algunas ceremonias las personas frotan el suelo con bosta de vaca o beben orina de estos animales, porque supuestamente purifica.

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Hace tiempo que hay vacas deambulando en las calles de Nepal. Pero Ram Bahadur Neupane cree que ahora son más porque las personas se volvieron menos religiosas y ya no se pueden ocupar de animales que no son rentables.

En las calles encuentra sobre todo terneros machos o vacas viejas, que ya no dan leche. Y como en la población hinduista el vegetarianismo es considerado moralmente superior y sacrificar vacas a propósito puede ser penado con la cárcel, muchos propietarios no quieren carnear a sus animales.

Antes los campesinos utilizaban a los toros para labrar los campos o preñar a las vacas, pero hoy en día tienen tractores y practican la inseminación artificial.

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A pesar de que en el poco desarrollado Nepal la mayoría de la población trabaja en la agricultura, cada vez más personas abandonan esas tareas y así también a las vacas. Algunos buscan trabajo en la ciudad.

Especialmente los hombres jóvenes prueban suerte también en el exterior, sobre todo en Cercano o Medio Oriente, como albañiles, empleados domésticos, personal de seguridad u obreros de fábrica. Una parte de su exiguo salario lo envían a su casa.

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Las ciudades y los pueblos en la frontera relativamente abierta hacia la India informan de que muchas vacas provienen del país vecino. Y es que el Gobierno indio protege cada vez más a las vacas. Y ya se han dado incluso casos de autoproclamados protectores de vacas que detienen los traslados a los mataderos y hasta asesinaron a personas que comían carne vacuna. Así que muchos indios tienen miedo de hacerles algo a los animales y los liberan en dirección a Nepal.

Ram Bahadur Neupane busca a las vacas de la calle. Las lleva al campo de su familia cerca del valle de Katmandú o al recinto de un templo, cuya comunidad se lo puso a disposición. Los cuida con veterinarios que le ayudan sin cobrar. También su esposa y sus tres hijas colaboran.

Si encuentra una vaca preñada, se la regala a un campesino pobre, pero sólo si éste le promete no abandonar nunca ni a ella ni al ternero. A los demás animales se los queda y les pone nombres de dioses como Kamadhenu, Gau Mata o Nandu.

Actualmente tiene a su cuidado unos 200 animales. Su mantenimiento lo paga con ayudas del Gobierno o donaciones y sus ahorros. Pero dado que, según las autoridades, se estima que hay unas 10.000 vacas extraviadas en el valle de Katmandú, su deseo es que le ayuden muchas más personas.

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Ram Bahadur Neupane espera al menos tener un día un medio de transporte apropiado. Porque a diferencia de lo que pasa por ejemplo en Suiza, donde en los escarpados Alpes alguna vaca enferma puede ser bajada en helicóptero al valle, él suele tener solo su moto. Y muy de vez en cuando un coche alquilado.