A lo largo de su vida, José Joaquín de Olmedo (1780-1847) fue reconocido como prestigioso político y escritor; como poeta, no fue solo el cantor de las hazañas de Bolívar, sino también un autor dotado de una fina sensibilidad por lo humano.

En Guayaquil, Áurea es costurera y su marido Gabriel es capitán del Ejército. En la salita de su casa hay muebles de bejuco, cuadros y un armario en el que, entre otros, se ve el lomo de cuero del libro Poesías, de Olmedo. Se avecinan los sucesos que desembocarán en la masacre del 15 de noviembre de 1922, casi cien años después de que Olmedo fuera el primer jefe político de Guayaquil independiente. La escena es de Las cruces sobre el agua, la novela de Joaquín Gallegos Lara publicada en 1946.

No cabe duda de la grandeza poética de 'La victoria de Junín. Canto a Bolívar' (1825) y de la oda 'Al general Flores. Vencedor en Miñarica' (1846). Pero también sería una calamidad para las artes leer a Olmedo exclusivamente en clave política y heroica. Olmedo fue un patriota y un intelectual de las nacientes repúblicas americanas, pero también fue un poeta con imaginación y talento".

Es muy significativo que los versos de Olmedo fueran leídos por una clase media ascendente a la que representan esos personajes en la novela; pero también forman parte de lo que los escritores realistas de mediados del siglo XX consideraban una literatura que debía preservarse y difundirse. Para muchas generaciones, Olmedo es el creador de una nación y también de una literatura nacional. ¿Pero puso Olmedo principalmente su talento al servicio exclusivo de los políticos?

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No cabe duda de la grandeza poética de La victoria de Junín. Canto a Bolívar (1825) y de la oda Al general Flores. Vencedor en Miñarica (1846). Pero también sería una calamidad para las artes leer a Olmedo exclusivamente en clave política y heroica. Olmedo fue un patriota y un intelectual de las nacientes repúblicas americanas, pero también fue un poeta con imaginación y talento.

José Joaquín de Olmedo se mantiene siempre joven en esta imagen de un antiguo camafeo de la familia. Foto: Museo Municipal.

Las letras en el siglo XIX

La literatura en el inicio del siglo XIX, según Nelson Osorio, buscaba la difusión polémica de las nuevas ideas en el continente americano; eran unos escritos con carácter programático, y eso fueron los poemas épicos más difundidos y celebrados de Olmedo.

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Para el bando de los patriotas, sobre todo, las letras eran un instrumento de difusión de las nuevas ideas, de formación de conciencias críticas y libres, un medio para la ‘ilustración’ de los ciudadanos, que debían prepararse para el ejercicio de la libertad que se buscaba conquistar”, según Nelson Osorio.

El patriota y escritor guayaquileño fue un criollo ilustrado que poseía una cultura filosófica y literaria adquirida principalmente en su estancia de catorce años en Lima. “Para el bando de los patriotas, sobre todo, las letras eran un instrumento de difusión de las nuevas ideas, de formación de conciencias críticas y libres, un medio para la ‘ilustración’ de los ciudadanos, que debían prepararse para el ejercicio de la libertad que se buscaba conquistar”, afirma Osorio.

Es interesante constatar que, en ese tiempo, todavía no existían preocupaciones nacionales en esos letrados, sino sobre todo preocupaciones americanas. No había letras venezolanas, paraguayas o chilenas. Esos patriotas y poetas luchaban contra el despotismo y el absolutismo, alimentando una sensibilidad que ya no era completamente europea o española, aunque se anclara en ellas. En este contexto Olmedo concibió los cantos que le dieron fama como uno de los grandes poetas en lengua española.

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Padre de la patria

No cabe duda, pues, del lugar central de Olmedo en la política del que sería el Estado ecuatoriano, aunque el padre Aurelio Espinosa Pólit –uno de los más dedicados estudiosos de su obra– señala que Olmedo ocupó todos los cargos importantes por una voluntad de servicio a las nuevas ideas y a la nueva nación recriminándose porque esto lo alejaba de sus tareas de estudioso, de poeta y de padre de familia. En este caso, los cargos públicos buscaron a Olmedo, y no al revés.

Si la poesía lo salvó de ser como cualquier político, José Joaquín Olmedo debería ser recordado esencialmente como poeta”.

El escritor Fernando Iwasaki ha dicho: “Si la poesía lo salvó de ser como cualquier político, José Joaquín Olmedo debería ser recordado esencialmente como poeta”. El Olmedo poeta ha sido central para las futuras generaciones de escritores, pues Iwasaki señala que, por ejemplo, muchos elementos ­­del libro España, aparta de mí este cáliz, de César Vallejo, contienen tonos épicos y descripciones de batallas que recuerdan la victoria de Junín, “una oda que Vallejo estudió durante la secundaria en Huamachuco y que además analizó en su tesina de bachillerato”.

Dado que el Perú emocionó a Olmedo (no hay que olvidar que, a fines del siglo XVIII, Guayaquil mantenía un contacto cultural con Lima mucho más dinámico que con Quito, entre otras razones, por la facilidad del viaje por mar), él es padre de la patria y de varias patrias, pues el Perú también fue su país, sostiene Iwasaki. Fundamentalmente Olmedo fue un decidido partidario de la libertad.

El monumento a José Joaquín de Olmedo se asienta en el extremo sur del malecón Simón Bolívar, a la altura de la avenida Olmedo (Guayaquil). Foto: Archivo.

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Siempre actual

Guayaquil fue el primer territorio libre de la Real Audiencia de Quito. Independizadas Quito y Cuenca, Olmedo ideó un nuevo Estado distinto de Colombia y Perú, pero sus planes se frustraron con la llegada de Simón Bolívar y tres mil soldados al puerto en 1821.

En la obra poética de Olmedo se ve a un autor joven dividido entre una defensa de la monarquía española y una naciente semilla republicana. En varios poemas de su estancia en Lima muestran una genuina admiración por la corte española. Años más tarde, como diputado de las Cortes de Cádiz, en cambio, Olmedo buscará eliminar las mitas, esa institución colonial que humillaba y explotaba a los americanos.

Olmedo crea la historia de la independencia según una concepción muy moderna de artefacto literario”, dice Marisa Martínez Pérsico.

En 1960, Espinosa Pólit publicó una antología que ampliaba la obra de Olmedo; en 2016 Juan Castro y Velázquez recuperó más poemas. Marisa Martínez Pérsico considera que “Olmedo crea la historia de la independencia según una concepción muy moderna de artefacto literario”. Para ella, Bolívar y Flores –personajes de los poemas– son estilizados por la pluma con lo que consigue estilizar también la historia y fundar una idea de país.

Olmedo no deja de atraer la atención de los estudiosos. Recientemente, Jillian J. Sayre, en Mourning the Nation to Come: Creole Nativism in Nineteenth-Century American Literatures (publicado en Baton Rouge, por Lousiana State University, en 2019), repasa nuevamente La victoria de Junín a la luz de cómo los incas –Huayna-Cápac aparece en el poema como un pasado terminado– afirman la presencia de un sobreviviente, proporcionando una especie de muerte fundacional de la nueva nación.

La sensibilidad poética

Algo que marcó al guayaquileño fue la traducción que realizó del inicio del poema de Alexander Pope que aquel tradujo como Ensayo sobre el hombre (1733-34), un fresco sobre el sentido del verdadero vivir en la época de los reyes. Pope habla del vulgo de los reyes, de la brevedad y la pequeñez de la vida, de la unidad de los humanos, de la existencia de un orden universal, de un gran todo, de la sensación de que todo es prestado, de la necedad del orgullo y la vanidad.

Incluso en la exaltación de la guerra, Olmedo destaca otros valores heroicos que no tienen que ver con las armas. En un soneto al general Lamar se lee:

“Gloria fue tuya el levantar la frente

en el solio sin crimen, las peruanas

leyes santificar, y en las lejanas

playas morir proscrito e inocente”,

en el que triunfan las normas racionales y no la sangre derramada”.

Olmedo dicta lecciones asentadas en valores: “Los pueblos sabios, libres y virtuosos// en el trono sentaron a las leyes”. Pero, a la vez, conoce el poder sobrenatural que causa una tempestad –“rómpese el aire en rayos encendidos;// retumba en torno el trueno estrepitoso”– en el ánimo de una persona.

Los poemas de Olmedo están marcados por las contradicciones de lo mundano: la amistad debe ser un valor de quien gobierna, pero la política diaria está llena de traiciones:

“Osó llamar el pérfido a tus reyes

y dioles como amigos

de la amistad el ósculo fingido;

y cuando en su poder seguros fueron,

tratoles como viles enemigos”.

También está desconcertado frente a la mutabilidad del poder: las naciones caen en desgracias, pues se pasa de reinar a ser esclavos.

El dolor por la muerte de su hermana lo hace increpar a Dios en uno de sus poemas: “Dime, ¿faltaba este ángel a tu cielo?”. Al regocijarse por el nacimiento del primogénito de su amigo, el poeta expresa honda preocupación por los días futuros de los niños en estas patrias que se están haciendo, y deja escapar cierto pesimismo vital.

El poeta ha observado con detenimiento las pequeñas cosas y ve cómo una flor se abre con los rayos del sol y cómo acaba:

¡Oh, cuántas veces mustia y desmayada

no llega a ver el sol, que de improviso

la abrasa el hielo, el viento la deshoja,

o quizá hollada por la planta impura

de una bestia feroz ve su hermosura”.

Sabe cómo se agita el arbusto en el vendaval:

Porque cuando en el monte se embravece

hórrida tempestad, el flaco arbusto

trabajado del ábrego perece,

mas al humilde suelo nunca inclina

su excelsa frente la robusta encina,

antes allá en las nubes señorea

los elementos en su guerra impía

y al fulgurante rayo desafía”.

Sabe de la emoción de la hija –ahora primeriza madre– que se reencuentra con su madre tras diez años de ausencia. Sabe que la poesía –las palabras de los afectos– es un modo de salvar las distancias físicas:

Pero importa muy poco,

amable hermana mía,

que estemos separados,

estando nuestras almas tan unidas.

Sabe de los secretos amorosos:

Adiós, sé delicado

y calles, que la dicha

de amar y ser amado,

entre las almas finas,

crece con el misterio

mengua con la noticia.

Olmedo es también un poeta dotado de una fina sensibilidad para mirar los asuntos de todos los días.