Cuando empecé a ejercer el periodismo, a inicios de la década de los 90, una de las voces más singulares de la narrativa ecuatoriana de entonces era la de Gilda Holst Molestina, escritora nacida en Guayaquil en 1952. En 1989 había dado a conocer su primer libro de cuentos: Más sin nombre que nunca, obra que trabajó durante su permanencia en el taller literario que dirigía el escritor Miguel Donoso Pareja.