Finalmente me tocó: los resultados confirmaban la presencia de la COVID-19. Siguiendo las recomendaciones del doctor me aislé de inmediato, porque mi mayor temor era contagiar a mi esposa y nuestro pequeño hijo. Todavía sin asimilar la noticia, empecé a notificar tanto a mis familiares como a mis compañeros de trabajo.

Debo confesar que mi primera reacción fue sentir miedo, pues es difícil anticipar cómo iba a evolucionar mi organismo a la presencia del virus. Pero pronto empezaron las llamadas de mis familiares y amigos, quienes buscaban darme ánimo, preguntar si necesitaba algo y ofrecer sus oraciones.

Y así, en la fragilidad, me di cuenta de que mi estado anímico iba a ser importante para poder superar una situación de la cual no tendría mucho control. Luego de tres semanas recibí el alta médica, y, aparte de tener buenos médicos monitoreando mi evolución, he querido compartir cuáles fueron los pilares que me permitieron superar la enfermedad.

  1. La familia. Pocas fuerzas son tan potentes como la unidad familiar. En ese tiempo entendí lo importante de lo cotidiano y que necesitaba recuperarme pronto para estar juntos. Y las llamadas, siempre reconfortantes, de mi mamá, hermanos y otros familiares fueron valiosas para saber que, a pesar del aislamiento, estaba muy acompañado.
  2. La comunidad. La alegría que los amigos aportan es fundamental en situaciones así. Y en mi trabajo asumieron los pendientes para que estuviera tranquilo y tuviera una buena recuperación. Fue muy bonito saber que tengo una comunidad que está pendiente y dispuesta a apoyarme en lo que necesite.
  3. La oración. ¿Cuál es la mejor frase que puedes escuchar durante esta situación? Pues que te digan “cuenta con mis oraciones”. Y de verdad, esas oraciones se sintieron. Dios puso en todo momento a las personas correctas, las palabras adecuadas, la alegría en la fragilidad.

¿Por qué decidí compartir esto? Porque sé que esta enfermedad ha traído mucho sufrimiento, pero más allá de eso, es la oportunidad que tenemos para acompañar a los que la padecen, a los que la combaten y especialmente a los que han tenido lamentables pérdidas.

Todo esto lo podemos hacer como familia, amigos o desde el entorno laboral. Si usamos nuestro tiempo y fuerzas para apoyarnos, daremos un paso gigantesco para la transformación de nuestra sociedad hacia la comunidad solidaria que todos anhelamos. (O)