En 1992 fue reina de Quito, y los ecuatorianos no lo olvidan; en las redes sociales, donde de lunes a sábado sube por las noches la etiqueta #MCCelebrityEc, sus seguidores la llaman ‘la Reina Maca’, y se alegran cada vez que alguno de sus platos la envía al balcón.

Pero la verdad es que también se alegran cuando ella baja, porque aseguran que no le tiene miedo a cocinar. “Me admira mucho”, dice del giro que dio en el programa, “porque yo, cocinar, no sabía, y fue el día a día, el estudiar todas las noches”, dice Macarena Valarezo, quiteña de 51 años, presentadora de televisión y exconcejal metropolitana, de 2002 a 2014.

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Su tiempo para estudiar era de las 23:00 a las 02:00, con una ayuda inesperada. “Es el chef de Maluma (y del rey de Arabia Saudita), el colombiano Federico Trujillo”. La conexión llegó porque este graduado de gastronomía en la San Francisco de Quito era amigo de Santiago Gangotena, fundador de esa universidad y esposo de Macarena, fallecido en 2023.

Macarena Valarezo y Santiago Gangotena. Foto: @macarenavalarezo

“Yo hice una publicación en Facebook diciendo que estaba en MasterChef Celebrity y Federico me llamó. Yo no lo conocía. Me dijo: ‘Mira, no me conoces. Yo era muy amigo de Santi. ¿Sabes cocinar?, ¿estás preparada?’. Le dije que no, que estaba fregada, sabía hacer tres platos y nada más”. Hasta ahora no se conocen en persona, pero se siente muy agradecida por la amistad que hizo a través de MasterChef, y todo por la memoria de Santiago.

Así, lunes, miércoles y viernes, por mensajes, aprendió sobre el término de la carne y del pollo. “Yo cerraba los ojos y me imaginaba lo que me iba diciendo, y lo ponía en práctica en la cocina. Por eso viste muchos platos, porque a mí me decían: ‘¿Por qué eres tan arriesgada de ir al reto de eliminación con un plato que haces por primera vez?’, y era porque los que sabía, ya los había presentado. Fui la única concursante que no pudo practicar antes porque estaba de viaje con los niños cuando me llamaron. Me llevaron directo a Colombia”.


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Un romance de casi seis años con Santiago Gangotena

Macarena y el escritor, pintor y máster en física nuclear se conocían de eventos públicos, pero no fueron amigos hasta que ella fue a la universidad a iniciar los trámites para el ingreso de su hijo mayor, y la conversación se extendió por horas.

Luego de cuatro meses de invitaciones a salir, él se declaró, y ella le pidió tiempo para pensar. “A la semana siguiente me volvió a llamar y me dijo: ‘¿Qué pensaste?’. Entonces dije, bueno, y ya nunca más nos separamos”.

La superdeportista Macarena se unió a Santiago, al que no le gustaba el ejercicio pero practicaba yoga. “Comencé a hacer yoga con él. Nos encantaba ir a restaurantes, y a él le encantaba cocinar. Era un buen plan el fin de semana cocinar en la casa de él, viajábamos muchísimo, teníamos muchos proyectos en común, compramos un restaurante juntos”. Ella administraba, él daba directrices a los cocineros, “porque era chef, hizo dos libros de cocina”.

Compartían el gusto por las películas. “Antes de la pandemia íbamos tres veces a la semana al cine, nos comíamos la cartelera, y cuando ya no había qué ver, estaba Netflix, conversar, hablar de arte. Algo que yo disfrutaba era pedirle que me diera clases. Él preparaba una clase del universo, del espacio, pero yo no iba sin saber, me metía al señor Google. Me divertía. Encontré mi media naranja” .

El tributo emotivo y la fortaleza de Macarena Valarezo: así recuerda a Santiago Gangotena

Estuvieron juntos casi seis años (se casaron en diciembre de 2021). Macarena tiene dos hijos, uno de 23 y otro de 13. Con Santiago adoptaron a María Olivia Valarezo Gangotena, una pitbull mestiza que un amigo rescató. “Santiago en un principio no quería, porque él tenía gran daneses. ¡Ay, esta perra! Orinaba en todos lados, se comió alfombras, hizo horrores”. Pero lo seguía fielmente a todas partes. “Después Santiago me decía: ‘Cualquier cosa puede pasar, menos que la María Olivia se vaya’”.

Macarena conserva una enorme admiración por su difunto esposo. “Pintaba maravillosamente, tenía una letra increíble; cuando nos casamos, las invitaciones las hizo él a mano, preciosas. Cocinaba como los dioses, hizo un libro de 365 recetas vegetarianas (durante muchos años lo fue). No aprendí a cocinar con él, pero lo acompañaba. Me sentaba a ver cómo picaba la cebolla, cómo hacía la carne, creo que eso me sirvió bastante”.

Y en la casa, quien veía MasterChef no era ella, sino él. “Cuando me llamaron de Teleamazonas, la primera reacción fue muchas gracias, no sé cocinar. Me dijeron que no era necesario, que era para celebrities. Pero yo no soy celebrity”. Le comentaron que nadie más sabía cocinar, tenían el mismo nivel e iban a aprender. Y que serían dos meses, con eliminaciones semanales. Y aceptó.

Macarena participa en el pódcast 'Ladies' Room' con su amiga Patricia Terán. Foto: Alfredo Cárdenas.

“Nunca pensé quedarme tanto tiempo. Primero dije dos semanas, porque de ley me eliminan. Después fue bueno, que llegue al mes. Llegué al mes y me iba poniendo metas cada semana, y después fueron diarias, porque como vieron, hace poco fue el último reto de salvación”, dice, deteniéndose a tiempo para no dar spoilers.

MasterChef Celebrity fue, en cierto modo, un cable a tierra para Macarena. “Del viaje con los niños, yo iba a llegar a Ecuador sin saber qué hacer. Todos mis planes, todas mis metas se truncaron con la partida de Santi”. Tomó el show como una forma de extender su escape. “No quería volver a la realidad, eso fue”.

Sin ganas todavía de hacer planes a largo plazo, está en el podcast Ladies’ Room con Patricia Terán, Karla Semanate y Yuliett Villa. También tiene responsabilidades en una empresa organizadora de eventos. “No puedo proyectarme de aquí a cinco años. Estoy haciéndolo por semana. Va a tomar su tiempo”.

La presión de las cocinas y el gran reto de salvación

Algo inconfundible de Macarena en su paso por MasterChef ha sido el cabello. ¿Está al natural o es deliberado? La respuesta es que no se peina. “Tengo un corte escalonado y desde los 25 años me lavo el pelo en la ducha, me desenredo y chao. No uso secador ni plancha. Me aliso cuando tengo algo importante, un matrimonio, una reunión”. Se hace un corte dos veces al año. “Soy mala cliente para la peluquería”, afirma, “me gusta mi estilo, y al Santi le encantaba el pelo alborotado. Es lo más cómodo y no se maltrata, lo tengo sanito”.

Foto: Alfredo Cárdenas.

Aunque en el set se la ve bastante aplomada, dice que es ‘malísima’ para trabajar bajo presión. Destaca el alto deseo de competir de las celebridades más jóvenes, algo que, dice, no había visto en la televisión ni en la política. Era natural que se formaran bandos, y ella estuvo en el grupo de los mayores.

¿Escuchó cosas hirientes? “Alguien dijo: ‘Ya deja el drama’. ¡Había quedado viuda hacía cuatro meses! Lo que hice fue poner una pared. Trataba de bloquear para no reaccionar mal. Fui a cocinar, a aprender, a pasarla bien y a olvidarme de lo que estaba pasando en ese momento. Hicimos un grupo lindo com la Paty Terán, con Helen Quiñónez, la Ceci (Cascante), con Yilda (Banchón), con Jalal (Dubois), con Pachequito (José), con Danny (Betancourth) y con los chicos Carrera (Felipe y Danilo)”.

Así registra Macarena Valarezo su paso por las cocinas de ‘MasterChef Celebrity Ecuador’ en redes sociales

Jura que la emoción de estar en salvación o eliminación, la tensión por no querer irse, es real. “Yo sí quería cocinar. Cuando me bajaban del balcón, no iba enojada. Como estaba estudiando, iba tranquila. Y aunque tú no lo creas, cerraba los ojos, ‘Santi, ayúdame, qué hago’. Y me llegaban cosas a la cabeza, empezaba a saborear, iba a la despensa y sabía qué tenía que escoger”.

Foto: Alfredo Cárdenas.

Sí hubo momentos de tristeza, al despertar y estar a solas. Pero al poco rato estaba en el bus o en el set. MasterChef me mantenía en tiempo presente y creo que fue la mejor terapia. Era aquí y ahora, tengo que hacer la receta, tengo que prestar atención a los chefs. Disfruté hasta pelear. Eso te dicen los médicos, hay que centrarse en el presente”.

Lee los comentarios en redes sociales, pero solo los que le dejan en sus propias publicaciones. “Un 90 % son chéveres, yo creo que la gente conoció otra faceta, Macarena cocinera. Conecté con muchas personas que me vieron mucho más humana y cercana a ellos. Pensé en un principio que esta clase de programas habría libretos, pero no. Lo que tú ves es la personalidad de cada uno. Es increíble la magia que tiene”.

Alaba a los tres jueces. “Rausch, en lo serio que es, es muy simpático, sabe mucho. Irene es divertidísima. La chef Caro es lo más dulce que hay. Yo la conocí cuando ella debió haber tenido unos cuatro años”, relata. “Tiene una prima que es muy amiga mía. Yo pasaba mis vacaciones en Cuenca y alguna vez fui a casa de mi amiga y estaba su prima chiquita. Era la Caro. Estando en MasterChef, ya con un mes de grabación, me dice: ‘Tú eres amiga de mi prima’”.

La gente la ve por la calle y le pide fotos. “No ha habido un solo comentario feo, más bien me dicen: ‘Qué chévere que hiciste esto, no te dejes de tal persona, sigue adelante’. No me imaginé la fuerza del programa a nivel nacional. Ayer estuve en Otavalo y fui al mercado artesanal, y los artesanos se acercaban a tomarse fotos conmigo. ‘A usted la bajaron del balcón y subió de nuevo, qué bueno’.

De la indiferencia por la cocina queda poco. “Me parecía aburrida. Ahora me gusta muchísimo, y claro, ya me agarraron de chef aquí en la casa. Navidad, Acción de Gracias, el cumpleaños del uno, el cumpleaños del otro, es: ‘Nena, a cocinar, vos eres la que sabes’”. Ha armado un cuaderno con un centenar de recetas, resultado de su aprendizaje en la competencia. “Y las hago bien, verás, les gusta”. (E)