La contaminación por plásticos es uno de los principales retos medioambientales. Según Greenpeace, se calcula que para el 2050 habrá 12.000 millones de toneladas de residuos plásticos contaminando el planeta. La descomposición de los plásticos sobrepasa los 100 años, razón por la cual su acumulación continúa en aumento.

En ese contexto un equipo internacional de científicos ha diseñado un plástico que se autodestruye cuando ya no se lo usa.

Se trata de un poliuretano termoestable, pero en su interior contiene esporas bacterianas que se mantienen inactivas durante su vida útil, pero se activan en el momento en el que el plástico se desecha, promoviendo la proliferación de bacterias capaces de destruirlo.

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De momento solo se ha probado en un entorno de laboratorio, pero sus desarrolladores confían en que pueda llevarse a escala industrial sin grandes dificultades.

¿Qué es el poliuretano termoplástico? Es el mismo material que el poliuretano, pero con la diferencia de que puede moldearse al someterse a altas temperaturas, sin necesidad de crear enlaces con otros aditivos químicos, como ocurre con el poliuretano tradicional. Este es normalmente usado para confeccionar calzado, piezas de automóviles y estuches para teléfonos, entre otros elementos.

Los investigadores usaron la bacteira Bacillus subtilis debido a tres características. En primer lugar, porque su capacidad para degradar el plástico, sus esporas pueden mantenerse inactivas durante mucho tiempo y por ser una bacteria que no le hace daño al ser humano.

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En la investigación se adiestró a las esporas para resistir las altas temperaturas. Esto se consiguió exponiéndolas poco a poco a temperaturas crecientes. Cuando ya eran capaces de resistir una temperatura concreta, se calentaba un poco. Así, hasta llegar a los 135 ºC a los que se moldea este material.

Unas esporas bacterianas que lo conforman, al exponerse a los nutrientes presentes en el compost, germina y descompone este material plástico al final de su ciclo de vida. “Se trata de una propiedad inherente a estas bacterias”, ha explicado uno de los autores, Jon Pokorski, profesor de nanoingeniería de la Universidad de California en San Diego.

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En condiciones idóneas de nutrientes y humedad, el 90 % del plástico se degradaba en solo 5 meses. Además, no eran necesarias más bacterias. Bastaba con las esporas que el plástico llevaba incorporadas. De cualquier modo, si había nutrientes y humedad, aun sin ser los niveles perfectos, también se terminaba degradando buena parte del plástico. (I)