Tengo 41 años y me encantan las farras y el alcohol. Cuando era joven mi padre no me dejaba salir, y comencé a farrear recién a los 36 años. Tengo un hijo de 13 años, y dejé a mi esposo por salir a los bailes. Como tengo dinero, gasto mucho en las farras y en mi novio; he llegado a descuidar a mi hijo por darle dinero a mi novio. Siento que mi novio solo quiere mi dinero y los regalos que le doy. Ahora me siento sola; no sé qué hacer para recuperar mi hogar y dejar a mi novio.

Elizabeth,

Guayaquil

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Estimada Elizabeth, es posible llevar una vida feliz y divertida. Feliz en cuanto hija, sanando los lazos con nuestro origen, papá y mamá; feliz como madre, cuando ocupas el lugar de acuerdo al orden que se establece en la relación madre-hijo (incluido el padre); y divertida, cuando disfrutamos de nuestras relaciones familiares, sociales y de pareja. Nunca es tarde.

La madre es la raíz de la vida, del amor que se hace posible; la raíz de la felicidad; el padre es la raíz de la fuerza, del sentido de merecer lo mejor, de la autoestima. Mire sus vínculos con papá y mamá con respeto, gratitud y amor; reconozca su ser de hija, su lugar. Desde esa comprensión, hay lugar también a su ser de mujer y de madre. Así, algo se ordenará en su relación de pareja y el hombre que la mire, la tomará y le dará en forma recíproca, con dedicación, respeto, atención y un sentido de vida en equilibrio, hacia delante, claro y esperanzador.

En su corazón, centrada, mire a mamá y a papá, y diga: “Querida mamá, tomo de ti mi ser de mujer, con lo bueno y lo malo; tomo de ti la vida tal como me fue dada, sin quejas, sin resentimientos. Contigo me abrazo a la vida y al amor, y la vida y el amor me abrazan y me sostienen”.

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Ahora mire a papá y diga: “Querido papá, gracias por cuidarme, por tu fuerza y por la vida que mamá y tú me obsequiaron. Más allá de lo bueno o malo que fue, lo he tomado todo de ambos, y hoy, agradecida, sin resentimientos, sin quejas, te tomo en mi corazón como el hombre de mi vida. En ti me abrazo en el amor propio, en la fuerza para ir hacia delante de forma creativa. En el autorreconocimiento propio y en la claridad para ver y descubrir a un hombre. Mírenme con amor cuando encuentre alguien que me ame y a quien yo ame”.

Mire a su pequeño y dígale: “Querido hijo, lo siento. Me sentí sola, me perdí un poco, pero ahora, tomada de mis cimientos, te miro, te nombro, te extiendo mis manos y te abro mi corazón”.

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Y escuche a su hijo: “Querida mamá, en mi corazón, permaneces unida a papá, para siempre, independientemente de cómo haya sido su relación, de lo bien o mal que lo hicieron. Ambos son los únicos para mí; ambos son los verdaderos, mis raíces. En ambos se origina mi felicidad, la única que permanece”.

Óscar Nieto Barquet, psicólogo clínico y constelador familiar

E-mail: onietob@hotmail.com