Nuevo año, nuevas metas. Es casi un ritual. Además de comer 12 uvas o usar ropa interior amarilla, entre otros ritos, muchos también ponemos por escrito los propósitos que queremos cumplir en los 365 días que están por venir. Hacer ejercicios, viajar más seguido, endeudarse menos, conseguir el amor de la vida, o si ya tiene el amor de su vida casarse, o empezar una familia, divertirse más, estresarse menos...
Pero llegado el 31 de diciembre y con la mano en el corazón, ¿podemos decir que cumplimos esos añorados objetivos en el año que despedimos? En honor a estresarse menos, por lo pronto no tenga esa preocupación. Lo más factible es que nadie lo haya logrado. “Científicamente las resoluciones de año nuevo no funcionan”, reza más de un artículo del portal Psychology Today.
¿Por qué no se cumplen nuestros propósitos de año nuevo?
Según Aldo Cívico, coach y doctor en antropología socio-cultural, hay siete razones por las que las resoluciones de año nuevo simplemente no funcionan:
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- Las personas están tratando de cambiar su vida de la noche a la mañana, cuando en realidad es un trabajo de innumerables pequeños pasos.
- En el fondo no creen que pueden lograr sus aspiraciones y dudan. Por lo tanto, no se comprometen con sus objetivos.
- Saben la teoría, pero no la práctica. Fallan en poner en práctica lo que conocen.
- Sus propósitos se convierten en una fuente de sufrimiento en vez de placer. Parecen más una cuestión de trabajo, una obligación, que algo beneficioso para sus existencias.
- Como temen al fracaso, mantienen en secreto sus metas y como resultado no cuentan con un sistema de apoyo, como familiares y amigos que le ayuden en sus propósitos.
- No tienen razones reales para cumplir sus metas, es decir, no tienen claro el por qué quieren lograrlas.
- Sus resoluciones son ambiguas. Por ejemplo, “ejercitar más” es demasiado general, le faltan detalles concretos. ¿A qué se refiere ese “más”? ¿Más horas, más días, más repeticiones?
La ciencia de los hábitos para cumplir los propósitos de año nuevo
Para Susan Weinschenk, psicóloga conductual y consultora en neuropsicología, los objetivos de año nuevo están ligados con nuestra capacidad para adoptar nuevos hábitos. “Si sus resoluciones giran en torno a cosas como comer más saludablemente, hacer más ejercicio, dejar de fumar, pasar más tiempo ‘desconectado’ o cualquier otro comportamiento ‘automático’, entonces estamos hablando de cambiar los hábitos existentes o crear nuevos hábitos”.
Weinschenk explica que los hábitos son respuestas “automáticas” y “condicionadas”. Por ejemplo, levantarse a la mañana y lo primero que hace es tomar café o ver las redes sociales.
“Contrariamente a la opinión popular, no es difícil cambiar hábitos. Cada persona ya ha creado literalmente cientos de hábitos en su vida, y ni siquiera recuerda cómo empezaron, por lo que crear nuevos hábitos no puede ser tan difícil o uno no tendría tantos”.
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Entonces, ¿cómo crear nuevos hábitos que ayuden a los propósitos de año nuevo? La experta dice que hay que seguir tres pasos.
- Paso uno: empezar por una pequeña acción, específica y concreta. Como escribimos más arriba, simplemente no funciona decir “hacer más ejercicio”. Elija mejor caminar 25 minutos más en el trayecto a su trabajo, o de regreso.
- Paso dos: sumar esa nueva acción a un hábito existente. Inspeccione sus rutinas y descubra un hábito que tenga bien establecido. Por ejemplo, si ya sale a caminar tres veces por semana, agregue 10 minutos más de caminata. “El hábito existente ‘salir a caminar’ ahora se convierte en la ‘señal’ para el nuevo hábito: caminar 10 minutos más”.
- Paso tres: la nueva acción debe ser fácil de realizar, al menos durante la primera semana. “Debido a que está tratando de establecer una respuesta condicionada, necesita practicar el nuevo hábito a partir del estímulo existente de 3 a 7 veces para que se ‘pegue’ por sí solo”.
Cívico recuerda siempre preguntarse cuál será el próximo paso a seguir para cumplir las resoluciones, tomando en cuenta que todo objetivo es consecuencia de varias acciones masivas, por lo que es bueno completar una acción cada día. Especialmente, “descubra el propósito más profundo que sustenta sus objetivos. ¿Por qué quiere que su compromiso se haga realidad?”
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Emoción y compasión
Sheila Robinson-Kiss, autora y oradora de salud mental, recomienda revisar las emociones que tenemos detrás de las metas de año nuevo. “La mayoría de nosotros estamos inconscientemente concentrados en una búsqueda interminable para evitar el dolor y al mismo tiempo adquirir más placer en la vida. Irónicamente, experimentar niveles más profundos de satisfacción en nuestro viaje requiere arriesgarnos a sentir incomodidad, salir de nuestra zona de confort”.
Lograr las metas que uno quiere, dice Robinson-Kiss, no siempre es el problema. “La mayoría de nosotros tenemos lo necesario para sobresalir, si contamos con las herramientas adecuadas y un plan para eliminar los obstáculos en nuestro camino”. El problema a veces es nuestra incapacidad para gestionar emociones de rechazo, resentimiento, frustración… y no saber cómo avanzar.
“A menudo, una dosis de coraje para enfrentar los monstruos interiores que permitimos que dominen nuestras mentes y emociones es el único propósito de Año Nuevo que necesitamos”.
Por eso lo mejor es empezar sus propósitos de año nuevo cuando mejor se sienta listo para cambiar, recordando que el cambio nunca es un proceso lineal, que requiere paciencia, y sobre todo, compasión hacia uno mismo.
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“Este año, priorice lo que le hace feliz y tómese el tiempo para validarse. Practique ser comprensivo y compasivo hacia sus imperfecciones”, puntualiza la psicoterapeuta Kaytee Gillis. " Ponerse metas a menudo trae consigo sentimientos de pena, vergüenza y entusiasmo, porque nos enfocamos en metas cuantificables como perder peso y ahorrar dinero, en lugar de metas como simplemente sentirnos mejor con nosotros mismos y nuestra vida”. (F)
