La relación con mamá es para toda la vida, muy independiente de factores externos como la distancia, la edad, o diferencias. Lo ideal es buscar un equilibrio que aporte a un bienestar emocional, y que no se confunda con la dependencia o apego emocional.

Mantener una relación sana y estable con mamá es un pasaje seguro hacia el bienestar y éxito en la vida. Las madres, en su mayoría, son la fiel representación de confianza, amor incondicional, seguridad y felicidad, y cuidar aquello es una tarea eterna.

Acercamiento sí, apego no

Foto: -- Perfect Wave

¿Mi mamá puede ser mi mejor amiga?, sí, pero esto no es impedimento para que madre e hija (o) mantengan su privacidad. “Compartir experiencias o sentimientos con nuestra madre favorece la relación, pero siempre es importante respetar una línea donde lo privado sea propio del hijo o la hija”, indica el psicólogo clínico Carlos Chimborazo.

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No hay que confundir este vínculo con el apego o dependencia emocional. “Es importante mantener ciertos límites, sobre todo que favorezcan la independencia emocional. Nuestras madres pueden ser figuras de apoyo importantes en cada etapa de nuestras vidas, pero no necesariamente deben cumplir un rol de mejores amigos, en el sentido más estricto de la palabra”, dice el director general de la Consultora Educere.

“Mantener una parte de nuestra vida como privada o íntima es un derecho fundamental y es una parte importante para el crecimiento personal”, añade.

Ser empáticos con ella

Foto: Pexels

Muchas veces los hijos cometen el error de juzgar a su mamá, sin conocer su historia, sus sentimientos o traumas personales. Su idealizada figura de ‘supermujer’ no la deja exenta de equivocarse y estar en constante aprendizaje.

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“Hay que empatizar mucho con los padres. Hay que considerar el contexto de vida, los desafíos o experiencias pasadas del papá o la mamá, ya que esto también puede influenciar en el comportamiento actual de los progenitores. Comprender las motivaciones puede ayudar a tener una perspectiva objetiva, entender y evitar juicios precipitados, que a veces no ayudan mucho en la relación familiar”, describe Chimborazo.

Perdonar a la madre

El especialista nos recuerda que los conflictos son una parte natural de las relaciones humanas, por lo que experimentarlos con mamá no es algo de otro mundo; siempre y cuando el perdón y la conversación sean el camino hacia la sanación. “Es crucial reconocer que la comunicación acertiva y efectiva es fundamental para resolver conflictos y sobre todo para mejorar las relaciones humanas”, señala.

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“El perdón debe ser una oportunidad para resolver esas diferencias, siempre desde una perspectiva constructiva”.

Sin embargo, cuando existen heridas profundas en la relación entre madre e hijos, lo ideal es atenderlos con un profesional. “Siempre la guía de un profesional puede abrir y fortalecer las relaciones humanas en los casos que haya situaciones de conflictos o violencia”.

¿Qué hago cuando tengo una madre tóxica?

“El deseo materno es como una fuerza compleja y ambivalente, que puede ser nutritiva, pero al mismo tiempo puede ser destructiva. De cierta manera hay una paradoja, la madre que proporciona el amor, el cuidado, la seguridad, también puede afectar el desarrollo y la autonomía del sujeto”, dice Chimborazo.

En este punto aconseja siempre fundamentarse en el amor y trabajo en el individuo. “Es importante centrarse en uno mismo. La primera responsabilidad que tenemos es con nosotros mismos, cuidando siempre nuestra salud emocional, estableciendo límites saludables. Aunque no podemos cambiar la realidad de nosotros es importante siempre interactuar con ellos”.

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El psicólogo recomienda hacer proyectos en conjunto con mamá, además de actividades de esparcimiento. “Lo importante es que existan entre nosotros estos momentos donde haya intercambios mutuos, y sobre todo que puedan significar tiempos de calidad”, señala. (I)