La pubertad tiene varias fases físicas, hormonales y emocionales, pero cada niño y niña la vivirá como una experiencia distinta, y por eso es importante no solo dar una charla con información general a sus hijos, sino hacerles preguntas y escuchar sus dudas.

¿Cuándo empezar con estas conversaciones? El consenso es que debe hacerse temprano. Y en el caso de las niñas, esto es alrededor de los 8 años, porque es cuando este proceso empieza para la mayoría de ellas, como indica Jasmine Reese, directora de la Clínica de Especialidades de Adolescentes y Jóvenes de Johns Hopkins Medicine.

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La Asociación Americana de Pediatría (AAP), mientras tanto, recalca que la pubertad a menudo empieza antes de que los padres se hayan dado cuenta, especialmente en las niñas. Y que lo que las ayuda es que usted aprenda sobre esta etapa y hable con ellas antes de que llegue.

Los cambios físicos empiezan más y más pronto; dependiendo de la genética, es posible ver señales desde los 7 años. Foto: Shutterstock

¿Le parece que es muy poca edad para tratar el tema? “Estamos viendo que los cambios físicos empiezan más y más pronto, dependiendo de la genética, es posible ver cambios desde los 7″, dice Reese.

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¿Le parece que es incómodo hablar con su pequeña de esto? La niña podría sentir mayor incomodidad si ella u otros notan los cambios sin que su familia le haya dado una explicación adecuada.

Preparación constante para una niña que emprende un largo viaje de crecimiento

Pero la pubertad no es solo un proceso físico y hormonal, sino cultural. “Somos biopsicosociales”, recuerda la psicóloga clínica Yuli Márquez, del centro PsicoEducaYa, en Guayaquil. De la crianza de las niñas depende el desarrollo de su autoestima, la imagen que tienen de sí, el valor que le dan a su aspecto. “Si tenemos padres que desde edades tempranas están fomentando que no es lo más importante la forma del cuerpo o el tipo de cabello, vamos a tener una niña con una autoestima muchísimo más elevada”.

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Pero si desde pequeña se le refuerza que tiene que estar delgada y que cierto tipo o color de pelo es el más bonito, al llegar las etapas de cambio, la niña estará preocupada por todas las opiniones de su entorno, y va a sentir que tiene que encajar en los moldes sociales actuales, que la psicóloga considera extremadamente rígidos.

“Por eso, cuando hablamos de temas de pubertad, mientras más temprano lo hacemos, es más factible que la niña se sienta cómoda con su cuerpo”. Y cuando dice temprano, al igual que las entidades estadounidenses, está hablando de los 8-9 años de edad.

“A esta edad empieza la educación sexual más estructurada. Desde que los niños están en educación inicial o maternal, empieza el reconocimiento de su cuerpo. Todo es una constante preparación para esa etapa de transición”.

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Constante y sostenida, pues la AAP advierte a los padres que no será una única charla en la vida de sus hijas. La información se compartirá en varias pequeñas conversaciones que dejen la puerta abierta a la comunicación, para que la niña sienta gradualmente la confianza de hacer preguntas tan importantes como la sexualidad, el consentimiento, la seguridad personal, las relaciones saludables.

De la crianza de las niñas depende el desarrollo de su autoestima, la imagen que tienen de sí, el valor que le dan a su aspecto. Foto: Shutterstock

Sugerencia de la doctora Reese: use los términos anatómicos correctos, no eufemismos como ‘partes privadas’ para referirse a la vagina o a los pechos ni apodos como ‘la regla’ para hablar del ciclo menstrual o periodo.

Cambio de formas, aumento de peso y nuevos hábitos en el paso a la adolescencia

Márquez concuerda en que no está mal que a la niña le guste verse bien, tenga preferencia por ciertos colores o adornos. Pero hace notar cuándo se vuelve contraproducente: le han dicho que tiene que dejar de alimentarse, cuando piensa que si no tiene cierta ropa o no se maquilla, no puede salir.

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“O cuando tengo una hija de 9 años que sigue siendo una niña cognitivamente, pero ya se desarrolló en lo fisiológico y empieza a taparse más o enseñar más, ocurre de ambas formas”.

Sin una guía, la niña puede tener dificultades para vivir esto. “Los trastornos de la alimentación han disminuido un poco, han bajado los indicadores, y en cambio vemos más trastornos depresivos y de ansiedad”, indica la psicóloga, “y dependen mucho de los esquemas mentales que le han instaurado”, sea en la familia o en el colegio, donde sienten que no pueden estar porque no son perfectas.

  • A medida que la niña crezca, por supuesto que ganará peso. Mayores niveles de estrógeno harán que la grasa corporal se deposite en las caderas y los pechos.
  • El que puede decir si el peso es más de lo esperado es el pediatra. Lo que no es normal es desarrollar preferencia por la comida chatarra, pasar demasiado tiempo sin moverse o frente a la pantalla o dejar de comer.

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“Estamos viendo esta idea de perfección, en la que todo es cuadrado, y si no lo haces de esta manera, tienes un problema. Eso aumenta los niveles de ansiedad, de inconformidad con uno mismo”.

La terapeuta sugiere estar atentos a los indicadores del desarrollo, y comenta que hay materiales que en la actualidad ya están disponibles en forma de aplicaciones móviles. “No hay un manual específico, va a depender mucho de cada familia, de cómo el niño o como la niña aprende. Si la niña tiene un aprendizaje visual no es lo mismo colocarle un video que enseñarle una revista”. Web recomendada: Cerebriti.com.

La pubertad no pierde relevancia si la niña tiene una necesidad especial de educación. “En el caso de las discapacidades, el aprendizaje casi siempre es más visual, y hay que trabajar con sistemas de comunicación alternativos, con pictogramas”. Recomendada: la app de Arasaac, el Centro Aragonés para la Comunicación Aumentativa y Alternativa.

¿Qué cambios trae la pubertad en las niñas?

Entre los 8 y 16 años las niñas experimentarán:

  • Crecimiento del vello corporal, incluyendo las axilas y los genitales.
  • Más sudoración, con un olor que no tenían antes.
  • Tendencia al acné, no solo en la cara, sino también en el pecho o en la espalda.
  • Aumento de grasa corporal.
  • Un estirón antes que los chicos de su edad.
El peso de la niña lo controla el pediatra; mientras tanto, ella no debe hacer dietas de moda ni restringirse de comer, sino que toda la familia debe tener un plan de alimentación saludable. Foto: Shutterstock
  • La aparición del periodo menstrual, que puede ser ligero, pesado o irregular en los primeros años.
  • Cambio de actitud: irritable, desafiante, sensible.

Cada niña tendrá una historia distinta, incluso de sus hermanas. Márquez nos comparte dos premisas esenciales para que la niña tenga una autoestima saludable y seguridad en su sistema familiar. “Creería que todo papá debe inculcar en su niña la aceptación. Si desde pequeña ya le han instaurado que siempre va a ser aceptada por su familia, eso es elemental. Yo te acepto, acéptate tú para que el resto te pueda respetar”.

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Y lo siguiente sería enseñar a la niña a poner límites. “Tu cuerpo te pertenece, solamente lo puedes tocar tú. Cuando vamos creciendo, en esa necesidad de encajar, permitimos muchísimas acciones de los que nos rodean y pasamos ciertas situaciones. Todo va a raíz de lo primero, si tengo una baja autoestima, no me siento segura y creo que necesito una figura de apoyo que quizás no sea la correcta para poder sobresalir o llevar adelante ciertos temas”. (F)