Desde 1998, La Revista acompaña las ediciones dominicales de Diario EL UNIVERSO. Junto a ella nació y creció toda una generación: los centeniales más jóvenes, que vivieron su niñez en el mundo análogo y su adolescencia y ahora adultez en el digital.

Los recuerdos del mundo análogo de muchos de aquellos que nacieron junto a La Revista están marcados por su cariño al suplemento infantil Mi Mundo y luego, en su adolescencia, a La Revista.

Esa generación, que comenzó a consumir periodismo impreso como sus padres y abuelos y ahora lo hace desde las pantallas de sus celulares, también ha crecido en medio de cambios socioeconómicos enormes en el Ecuador y el mundo, generados por la digitalidad, la inestabilidad política y económica y la pandemia de COVID-19.

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Diario EL UNIVERSO entrevistó a tres miembros de esta generación que nació y creció junto a La Revista, cuyos sueños han ido evolucionando y cumpliéndose edición tras edición del suplemento dominical.

Mauro Muñoz (izquierda), Ibeliza Vera e Iván Palacios.

Ibeliza Vera, aprendió a cuidarse con El horóscopo de Tanya

La familia de Ibeliza tiene una suscripción de fin de semana de Diario EL UNIVERSO. Hasta los 11 años disfrutaba de las ediciones de Mi Mundo. Paulatinamente se graduó a leer La Revista, comenzando por los cómics de Gaturro y luego el horóscopo de Tanya, del cual es devota.

El horóscopo es una de las últimas páginas de cada publicación, pero es la primera que Ibeliza lee cada domingo.

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“(Tanya) es efectiva. Si ella me dice que me cuide, yo me cuido”.

Poco a poco fue leyendo el resto de escritos: siempre le llamó la atención la sección sobre estrenos de películas.

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Todavía es lectora fiel del suplemento. Incluso ha cocinado un par de recetas de las secciones de cocina. Recuerda haber preparado un tronco de navidad, receta de Santiago Granda, chef columnista de La Revista.

Pasar de Mi Mundo a La Revista, señala, fue simbólico de su paso de la niñez a su adolescencia.

Tres años de su niñez los pasó en un hospital. Le diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda a los tres años, y entró en remisión completa a los siete.

Mi infancia fue en un hospital, casi. Hoy en día soy saludable, casi nunca me enfermo. No tuve ningún efecto secundario del cáncer”.

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Su familia lo hizo más llevadero. La acompañaron en todo momento. “Creo que fue más duro para ellos que para mí”.

Le prometieron que el día que se cure se iría a Disneylandia con toda su familia, y así fue. El día después de que le dieron el alta definitiva se fue con sus padres.

Ahora se siente resiliente. Desde entonces estudió Derecho, aunque trabaja en marketing digital.

A la Ibeliza de niña le diría: “Todo pasa, todo siempre mejora”.

A la Ibeliza dentro de 25 años: “Espero que seas feliz”.

Mauro Muñoz, lector de suplementos de EL UNIVERSO desde niño

Los fines de semana eran especiales para Mauro Muñoz y sus primos. Tenían una pequeña competencia: ¿quién recibiría más suplementos Mi Mundo de sus abuelos?

Mauro amaba los recortes de figuritas que venían con la pequeña revista, pero lo verdaderamente especial para él era esa dinámica familiar.

“Siempre hay algo que conecta a las familias; en mi caso era eso (...), la unión que provocaba”.

La entrevista le recordó a Mauro su afición infantil hacia Mi Mundo. “Cuando pasas de la niñez a la adolescencia y luego a la adultez, se te van olvidando las pequeñas cosas. Ahora algo me hizo clic”, expresa en referencia al suplemento infantil.

De niño, Mauro no recuerda tener algún deseo de ser veterinario, astronauta o doctor, algunas de las profesiones soñadas por muchos infantes.

Fue recién en su adolescencia temprana cuando tuvo su primer norte.

Siempre estuvo rodeado de fútbol. Es nieto de Washington Chanfle Muñoz, goleador histórico de Barcelona SC.

Su papá siempre lo llevaba al estadio Monumental, pero él solo dormía durante el partido y se despertaba en el entretiempo para comer algo.

Fue así hasta su adolescencia, cuando tuvo su despertar futbolero: le empezó a interesar el deporte, y comenzó a “dimensionar” la figura histórica de su abuelo.

Ser director técnico fue su primer sueño. Ahora su rumbo ha cambiado, y pronto viajará al exterior para estudiar Sociología.

Al Mauro de niño solo le daría un abrazo.

Al Mauro dentro de 25 años le diría: “Perdón por dejarte cosas por hacer”.

Iván Palacios, buscando un norte

Vivir el momento. Con esa frase define su personalidad Iván Palacios, quien no tiene en realidad una historia con La Revista. Esto salió a relucir desde temprana edad.

“Yo nunca dije: ‘Quiero ser bombero o quiero ser doctor’”.

A pesar de eso, sí empezó a tocar la guitarra, aunque lo dejó hasta que cumplió 17.

Esa “carencia de un norte” lo siguió hasta su adolescencia tardía. Durante su primer año de universidad estuvo más concentrado en “cosas sin sentido propias de un adolescente”.

Ver a sus amigos entrando a pasantías le despertó el deseo de independizarse más de sus padres y comenzó a trabajar.

Ahora cursa Economía, trabaja y quiere levantar la empresa que levantó su padre y proveer de empleo a sus seres queridos.

Al Iván de niño le diría: “Disfrutarías más tu vida si no pensaras tanto en lo que piensan los demás”.

Al Iván dentro de 25 años le preguntaría: “¿Cómo has vivido? ¿Cómo ves el mundo ahora?”. (E)