La hepatitis es una enfermedad que, aunque puede pasar desapercibida en sus primeras etapas, tiene el potencial de causar graves daños a la salud. Esta inflamación del hígado puede ser originada por varias causas, pero son las virales las más comunes. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 325 millones de personas viven con hepatitis B o C a nivel mundial, lo que subraya la importancia de abordar esta problemática de manera integral.

El Dr. Jorge Molina, hepatólogo del Hospital Guayaquil, destaca que “la hepatitis viral es particularmente peligrosa porque muchas veces no presenta síntomas hasta que el daño hepático es significativo. Es crucial realizar chequeos médicos regulares y vacunarse contra la hepatitis A y B”.

La hepatitis se divide en varios tipos y las más conocidas son la hepatitis A, B, C, D y E. Cada una de estas variantes tiene diferentes modos de transmisión y niveles de gravedad. La hepatitis A y E se transmiten principalmente a través del agua y alimentos contaminados, mientras que la hepatitis B, C y D se transmiten por contacto con sangre y otros fluidos corporales.

La Dra. Carla Ramírez, especialista en enfermedades infecciosas, enfatiza la importancia de la educación y prevención. “Es esencial que las personas estén informadas sobre las vías de transmisión y las medidas preventivas. Usar preservativos, no compartir agujas y asegurarse de que cualquier equipo médico esté esterilizado son pasos fundamentales para reducir el riesgo de contagio”, comenta.

Además de la prevención, el diagnóstico temprano juega un papel crucial en la gestión de la hepatitis. Las pruebas de sangre pueden detectar la presencia del virus, lo que permite que los pacientes reciban tratamiento oportuno. “El tratamiento de la hepatitis ha avanzado significativamente en los últimos años, especialmente para la hepatitis C, en la que los nuevos antivirales pueden curar la infección en más del 90 % de los casos”, añade el Dr. Molina.

A pesar de estos avances, muchos pacientes aún enfrentan barreras para acceder al tratamiento, especialmente en países de bajos recursos. La Dra. Ramírez subraya que “los gobiernos y organizaciones internacionales deben trabajar juntos para asegurar que los medicamentos sean accesibles para todos los pacientes, independientemente de su situación económica”.

Recomendaciones de los expertos

  • Vacunación: Asegúrate de estar vacunado contra la hepatitis A y B. Las vacunas son una de las formas más efectivas de prevenir estas infecciones virales.
  • Higiene personal: Lávate las manos con agua y jabón frecuentemente, especialmente antes de comer y después de usar el baño. Esto ayuda a prevenir la transmisión de hepatitis A, que puede propagarse a través de alimentos y agua contaminados.
  • Consumo seguro de alimentos y agua: Bebe agua potable y evita consumir alimentos crudos o mal cocidos en lugares donde la calidad del agua y los alimentos no esté garantizada.
  • Evitar compartir objetos personales: No compartas agujas, jeringas, cepillos de dientes, afeitadoras ni otros objetos que puedan estar contaminados con sangre.
  • Precauciones en el ámbito médico: Asegúrate de que cualquier procedimiento médico que implique perforar la piel (como tatuajes, piercings o inyecciones) se realice con equipos esterilizados y en condiciones higiénicas adecuadas.
  • Consumo moderado de alcohol: El consumo excesivo de alcohol puede dañar el hígado y aumentar el riesgo de hepatitis alcohólica. Limita tu consumo de alcohol según las recomendaciones de salud.
  • Prácticas sexuales seguras: Usa preservativos y limita el número de parejas sexuales para reducir el riesgo de contraer hepatitis B y C, que pueden transmitirse a través del contacto sexual.