Hay pocos placeres que se puedan comparar con una bebida refrescante en un día de calor abrumador. Mientras un vaso de agua o algún otro néctar pasa por tu tracto digestivo, tu cerebro lo sigue, pero, ¿cómo lo hace? Desde hace tiempo los científicos han sabido que la sed es controlada por neuronas que mandan una alerta para dejar de tomar cuando se ha bebido la cantidad adecuada de líquido. Pero lo que hace que las neuronas digan que es “suficiente” sigue siendo un misterio.