El Oropouche es una enfermedad transmitida por vectores que se propaga principalmente entre las personas a través de la picadura de un insecto comúnmente conocido como jején (Culicoides paraensis). El mosquito Culex quinquefasciatus también puede estar involucrado en la transmisión.

Históricamente esta enfermedad febril aguda se ha concentrado en la región amazónica. Sin embargo, factores como el cambio climático, la deforestación y la urbanización no planificada han favorecido su extensión en estados no amazónicos de Brasil y a países donde hasta ahora no había reportes de casos, como Bolivia y Cuba, detalla la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Hasta finales de julio de este año se habían reportado 8.078 casos confirmados de Oropouche en la región, con dos defunciones. Los casos se distribuyen en cinco países: Bolivia (356 casos), Brasil (7.284 casos, incluyendo dos defunciones), Colombia (74 casos), Cuba (74 casos) y Perú (290 casos).

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La OPS detalla que aunque la fiebre de Oropouche se ha descrito históricamente como leve, la expansión de la transmisión y la detección de casos más graves subrayan la necesidad de una mayor vigilancia y caracterización de posibles manifestaciones más severas. En julio, Brasil reportó la investigación de casos de transmisión de OROV de mujeres embarazadas al feto.

Los síntomas de esta enfermedad incluyen:

  • Fiebre repentina
  • Dolor de cabeza intenso
  • Dolor en las articulaciones y músculos
  • En algunos casos también se puede presentar exantema, fotofobia, diplopía (visión doble), náuseas, vómitos y diarrea.

Los síntomas pueden durar de cinco a siete días. La mayoría de los casos se recuperan sin secuelas.

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Una baja proporción de los casos puede requerir varias semanas para la recuperación completa. En raras ocasiones pueden presentarse casos graves con meningitis aséptica.

El Oropouche se confirma mediante pruebas de laboratorio. Actualmente no existe una prueba rápida.

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No existen vacunas ni tratamientos antivirales específicos para la fiebre de Oropouche. El manejo de la enfermedad es sintomático, centrado en aliviar el dolor y rehidratar al paciente. (I)