Chilena de nacimiento, guayaquileña de corazón. Ingeniera en Marketing, chef apasionada y madre de cuatro hijos. Maite Urrutia Zóttele ha logrado construir una marca que huele a hogar, sabe a recuerdos y se siente como un refugio en medio del caos cotidiano. Esta es la historia de la mujer que transformó su amor por el café en una experiencia sensorial que conquista paladares en Ecuador.

Desde pequeña, el café fue parte esencial en su vida. Creció en Chile, donde el frío era el pretexto perfecto para refugiarse en una taza humeante. Pero fue en Guayaquil, ciudad a la que llegó hace 26 años tras casarse con un ecuatoriano, donde el sueño tomó forma. Al no encontrar un sitio que ofreciera café de calidad con un ambiente acogedor, Maite y su esposo decidieron crear uno: así nació Coffee Box, una cafetería que se convirtió en su proyecto de vida.

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El camino no fue inmediato. Entre la crianza de sus cuatro hijos y la adaptación a un nuevo país, Maite estudió Gastronomía en La Escuela de los Chefs y se capacitó con pasión, inspirada desde siempre por su madre, una cocinera extraordinaria. El sueño de abrir una cafetería tomó años en concretarse; pero, cuando finalmente abrió su primer local en el centro de Guayaquil, supo que había creado algo único.

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Coffee Box no es solo una cafetería: es una experiencia. Cada local está diseñado para invitar a la calma en medio de la rutina; el olor a galletas recién horneadas –hechas varias veces al día en cada punto de venta– y la música cuidadosamente elegida generan una atmósfera familiar. “Queremos que las personas que entren se sientan mejor al salir, que se lleven un momento de paz y sabor en el día”.

Coffee Box Foto: Andrea Alvarado

Su producto estrella es el café ecuatoriano de alta calidad, seleccionado y tostado con precisión por su esposo, quien lidera ese proceso con minuciosidad. Pero también hay delicias dulces que han enamorado a los clientes: las cookies de pistacho, churro con manjar y el nuevo brookie –una fusión entre brownie y cookie con un toque de sal marina– se han vuelto adicciones compartidas. En lo salado, destaca el sánduche de pollo honey mustard y la empanada chilena, una receta que conecta a Maite con sus raíces.

Hoy, Coffee Box cuenta con seis locales entre Guayaquil y Samborondón, y está por inaugurar su séptimo. El crecimiento ha sido constante, aunque lleno de desafíos. “El mayor reto ha sido equilibrar la vida personal con un negocio tan demandante. Pero emprender vale la pena, porque lo que cuesta se disfruta más”, confiesa.

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Durante la pandemia, Coffee Box no cerró sus puertas al corazón. Fue uno de los primeros negocios en activar entregas a domicilio, llevando dulces y café a familias que necesitaban un respiro emocional. “Fuimos mensajeros de amor”, recuerda conmovida por el agradecimiento que recibió.

Para quienes sueñan con emprender, su consejo es claro: “Hay que tener paciencia, actitud positiva y rodearse de gente que sume. Emprender es como una montaña rusa, pero cada subida vale la pena”.

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Maite es la prueba viva de que, cuando la pasión se mezcla con constancia, perseverancia y una visión clara, los sueños pueden oler a café recién hecho y tener sabor a hogar. (I)