El molde social de la imagen de las mujeres ha sido, a lo largo de los años, una “cárcel de cristal” que no se ve, pero existe. Y en cuanto a cánones de belleza, el vello corporal femenino ha significado un rotundo no, especialmente si del rostro se trata. Tenerlo, aunque es natural, genera ansiedad y conflicto con la autoestima.